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24 de febrero. Dos años de la invasión rusa

Apoyo a la resistencia del pueblo ucraniano. ¡Fuera tropas rusas!

Lucha Internacionalista, 24 de febrero de 2024




Se cumplen dos años de la invasión rusa de Ucrania. Tras el fracaso de la contraofensiva ucraniana del verano, Rusia ha pasado al ataque, aprovechando los problemas de suministro de armas a Kiev. En los últimos días, después de combates encarnizados, ha caído Avdiivka, en el frente Este. Desde principios de 2024 se han intensificado los bombardeos sobre infraestructuras civiles, no sólo en el frente, sino en todo el territorio, siguiendo con la estrategia de desgaste de la población.

El imperialismo norteamericano y europeo se ha limitado a entregar a Kiev el armamento para contener la invasión con un alto coste en vidas y el desgaste de dos años de guerra. Ya ha habido un recorte del apoyo militar y si en noviembre Trump gana las elecciones en Estados Unidos, puede terminar de cerrar el suministro.

Estados Unidos está dispuesto a salvar a Israel a cualquier precio, porque es un proyecto estratégico para el imperialismo para el control de los recursos en Oriente Próximo, mientras que Ucrania es para Washigton una pieza más, moneda de cambio. Demócratas y republicanos están de acuerdo en dar pleno apoyo al Estado genocida de Israel. Se evidencia la doble moral imperialista, que no tiene problema en escandalizarse con los crímenes de guerra rusos (ataques a escuelas hospitales o a estructuras de la población civil), pero apoya cuando crímenes como éstos o mayores los comete su aliado sionista.

Hace dos años, Ucrania resistió la invasión relámpago que planeaba Rusia con una respuesta popular masiva. Putin justificó la agresión con un discurso colonizador que criticaba a Lenin por el derecho a la autodeterminación de los pueblos y recuperaba a Stalin y al chovinismo gran ruso. La población rusófona ucraniana se levantó masivamente contra la invasión. Asimismo, la resistencia ucraniana obligó al imperialismo estadounidense y europeo a posicionarse. Obligó a un cambio de postura, porque es necesario recordar el silencio del imperialismo ante la ocupación de Crimea en 2014 o la intervención del Donbás; o cuando Putin aplastó las protestas en Bielorrusia (2020) o en Kazajistán (2022); o con las intervenciones criminales para ahogar la revolución en Siria (2015) o ante las matanzas en Chechenia (1999).

La situación militar de Ucrania es preocupante y provoca graves tensiones internas. Zelenski ha destituido al comandante jefe del Ejército, Valeri Zaluzhni y al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Sergi Shaptala. A la dificultad del ejército ucraniano de conseguir armamento se suma la de reclutamiento. Si al principio no había fusiles por tantas manos disponibles, ahora, el sacrificio de tantos jóvenes y militares profesionales fallecidos en el frente, el fracaso de la contraofensiva, una perspectiva incierta y el desgaste, generan resistencias al reclutamiento. Tampoco ayuda a la resistencia las medidas antiobreras que el gobierno de Zelenski ha aplicado y que protegen los intereses de la patronal y la oligarquía, que fueron contestadas por los sindicatos. No son los oligarcas quienes defienden el frente, sino la gente trabajadora. Ni tampoco el proyecto neoliberal de “optimización” de Zelenski, una privatización de los principales servicios públicos como la sanidad y la educación y otras importantes empresas.

Es lógico que el gobierno ucraniano busque armamento allá donde pueda, pero Zelenski fía su política de defensa a los imperialistas. Su dependencia política de EE.UU., la Unión Europea y el apoyo a los sectores más reaccionarios de la extrema derecha como Netanyahu o Milei, se vuelven contra la lucha del pueblo ucraniano. No son estos aliados quienes liberarán al pueblo ucraniano de las garras de Putin. Para contentar a los poderosos Zelenski se aleja de los pueblos. Y los poderosos en cualquier momento le darán la espalda, si creen que llega el momento de entenderse con Putin o si algún otro conflicto –como Israel y Palestina- es más prioritario para sus intereses. Como lo hicieron con los kurdos cuando a EEUU les interesaba debilitar a ISIS para preservar el Gobierno de Irak y después los dejaron caer cuando Erdogan de la OTAN decidió ocupar territorio kurdo en Siria.

En Rusia, el asesinato de Navalni amplía la larga lista de muertes del régimen, en un método sistemático de eliminar toda disidencia. La crisis con Wagner que supuso la eliminación de Yevgeny Prigozhin, es uno más. Putin ha reconstruido un estado represor, siguiendo los patrones del estalinismo, aunque con un régimen capitalista e imperialista. Pero también existen tensiones internas en la burocracia y la oposición de algunos sectores populares, aún minoritarios, como las familias de los soldados. El Kremlin ha impuesto un régimen de detenciones y represión sobre los luchadores y luchadoras que han realizado acciones contra la guerra, en líneas de suministro o puntos de reclutamiento. También ha atacado a intelectuales y voces contrarias a la guerra. Con las elecciones presidenciales de marzo, Putin se aseguró de que nadie pueda alzar la voz y continuó con todos los posibles adversarios electorales. Es la paz de los cementerios y el miedo. ¿Cuánto tiempo podrá mantener ese control?

¿Qué izquierda puede reivindicar a Putin como progresivo o como contrapeso al imperialismo estadounidense? Putin, lejos de debilitar a la OTAN, le ha dado una nueva vida. En algún momento los imperialismos ruso y estadounidense podrían llegar a un enfrentamiento directo, pero mientras no sea el caso, se alimentan uno a otro a costa de los pueblos. De la misma forma que el imperialismo tiene una doble moral según el agresor forme parte de su bloque o no, una parte de la izquierda hace el mismo razonamiento y justifica o calla ante las agresiones de Rusia, Irán o China. Es insultante que justifique la invasión de Rusia -la misma que persigue y asesina a sus opositores- comprando el discurso de los opresores. Como antes hicieron justificando el régimen de Bashar al Asad, el dictador sirio que con la ayuda de Rusia e Irán aplastó a su pueblo. El movimiento Mujer Vida Libertad contra el régimen de los ayatolás en Irán también se ha quedado sin el apoyo de esta mal llamada izquierda que lee el mundo en una terrible lógica de campos enfrentados.

Defendemos a los pueblos ante la opresión venga de donde venga, contra todo imperialismo, sea mayor como el de EEUU y la OTAN o menor como los de Rusia y China. Estamos con los pueblos oprimidos contra los opresores. Estamos con los pueblos que se sublevan contra los regímenes reaccionarios. Por eso estamos con Palestina, con los pueblos y las mujeres de Irán contra el régimen, o el pueblo que se sublevó contra el régimen criminal de Siria. Por eso hoy estamos con el pueblo ucraniano que se niega a quedar bajo la bota del imperialismo ruso.

Desde Lucha Internacionalista (LI) y nuestra organización internacional la Unidad Internacional de trabajadoras y trabajadores, Cuarta Internacional (UIT-QI), hemos trabajado con la izquierda antiautoritaria ucraniana y hemos hecho ya 4 convoyes de ayuda a los sindicatos independientes del metal, minería, ferroviarios, docentes que están en la primera línea del frente en Krivyi Rih, Dobropillya, Zaporíjia, Korosten y Mikolaiv. Hacemos un llamado a los pueblos del mundo a seguir expresando la solidaridad con la resistencia del pueblo ucraniano, repudiando el no envío de las armas y municiones suficientes de los gobiernos imperialistas de EEUU y la UE.

Todo el apoyo a la resistencia ucraniana. Fuera tropas rusas de Ucrania. No a la OTAN

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