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NI VIOLENCIA PATRIARCAL, NI OPRESIÓN COLONIAL. LAS TRABAJADORAS CON LA RESISTENCIA PALESTINA.



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Violación de una trabajadora del Parlamento de Bolívia por un miembro del MAS

Carme Álvarez, Natalia Renzi, 16 de febrero de 2013




Retomamos la denuncia de los
abominables crímenes del
patriarcado contra la mujer: la perpetuación
de la violación sexual
como arma para destruirla y la impunidad
con la que se tratan los
actos violentos contra las mujeres.

Nos sobrecogemos con las informaciones
sobre la violación que
cada día, cada minuto, cada segundo,
golpea a las mujeres: la India,
un país donde el género marca
la discriminación dentro de las clases
y las castas; Sudáfrica, donde
cada 17 segundos violan a una
mujer; Méjico donde cada 4 minutos
violan una mujer, la
mayoría de ellas entre
10 y 20 años y tienen
lugar en el ámbito familiar;
Egipto, donde se
utiliza la agresión sexual
como arma represora
contra las mujeres que
se manifiestan en la plaza
Tahrir. Y un largo etc.

Esta vez tratamos de
Bolivia. Un país donde
la estadística de la violencia
contra las mujeres
da cifras terribles: el 87% de
mujeres bolivianas padecen algún
tipo de violencia patriarcal: asesinato,
violación sexual, esclavitud sexual,
embarazo forzado, mutilación genital
femenina, agresión física, agresión
verbal. Las 79.000 denuncias presentadas
el año pasado por violencia
en el hogar sólo representan el
2% de las reales, y de los 98
feminicidios, el 50% se dan en el
ámbito conyugal y tienen como principal
motivo los celos que llevan a la
violación y muerte de las mujeres.
En otro ámbito, éste público, pero
no menos machista e impune, se
da la violación de una trabajadora
de la limpieza del Parlamento boliviano
por parte de Domingo Alcibia
de Chuquisaca, legislador por el
Movimiento al Socialismo (MAS).

Deja constancia del hecho la grabación
de la cámara instalada en
la sala del Plenario del Parlamento
boliviano en Sucre donde se perpetuó
la violación. Parece ser que
el acoso a las mujeres y las violaciones
son habituales y que los legisladores,
cada vez más a menudo,
hacen fiestas donde se consume
mucho alcohol. La víctima, una
campesina, seguramente del mismo
origen indígena que el violador,
no tuvo la oportunidad de defenderse
porque estaba ebria e inconsciente;
el violador aprovechó
su situación de privilegio para
agredirla sexualmente.

El hecho es que la filmación que
ha dado la vuelta al mundo y la
oposición la ha aprovechado para
denunciar que el legislador tiene una
víctima, la trabajadora, que tendrá
graves problemas para demostrar
su inocencia. Es terrible comprobar
que esta trabajadora no ha tenido
ningún apoyo y que una vez
más el propio entorno de la mujer
violada termina señalándola como
culpable, hasta el punto de tener
que dejar el trabajo y acabar humillada,
avergonzada y rechazada por
los suyos. Que un delito de violación
a una mujer se dé entre los
dirigentes de un partido que se denomina
de izquierdas nos conciencia
aún más que nunca que sin las
mujeres no hay revolución posible.

Carme Álvarez i Natalia Reynoso
Renzi

Grupo de mujeres de
Lucha Internacionalista

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