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BARCELONA

Verano combativo en el barrio de La Barceloneta

Natalia Reynoso, 11 de septiembre de 2014




Lxs vecinxs de La Barceloneta se manifiestan contra la especulación que provoca el negocio turístico, que lxs expulsa de sus casas y rompe el tejido social del barrio.

Este verano el turismo alcanzó su record de visitas en la ciudad de Barcelona y en el barrio de La Barceloneta la convivencia entre vecinxs y visitantes se volvió insostenible. Desde el mes de agosto el barrio se ha puesto en pie con movilizaciones multitudinarias que reciben la solidaridad de los otros barrios de Ciutat Vella, el Raval, Gracia, Horta, etc. Es que si bien La Barceloneta, por ser el barrio de la playa, se ha visto desbordado, el turismo afecta la vida en toda la ciudad. Este verano ha quedado claro que la marca Barcelona planea el turismo como monocultivo de la región, a costa de expulsar a los residentes de los barrios más emblemáticos para convertirlos en centros comerciales y resorts deshabitados, donde se extraiga la mayor cantidad de euros posible a los turistas.

El gobierno y sus medios de comunicación presentan los reclamos de los vecinos como un problema de civismo de parte de cierto «turismo de borrachera », que podría controlarse con una mayor presencia policial y algunos inspectores que recorran las fincas precintando los pisos turísticos ilegales. Los ruidos y gritos constantes que no permiten descansar por la noche ni por el día, las papeleras y contenedores rebosantes, el olor a basura, orina y excrementos, los precios desbocados de artículos de primera necesidad y de los alquileres sometidos a la especulación que ahogan cualquier presupuesto de familia trabajadora, el mobbing a inquilinxs de renta estable, la falta de espacio público para circular y recrearse o la proliferación de robos, tanto callejeros como de domicilios, son las consecuencias de un plan de ciudad que necesita vaciarla de sus habitantes y transformarla en un gran parque temático, como ya sucede con Venecia.

Los procesos de gentrificación que se vienen llevando a cabo en la ciudad se han cargado zonas como, por ejemplo, gran parte del Borne, cuyo corazón, que rodea la iglesia Santa María del Mar y el Museo Picasso, ahora es una circuito comercial de tiendas y restaurantes de diseño donde ya no vive gente. En los días previos al inicio de la temporada hemos visto la apertura masiva de tiendas de suvenires, de alquiler de bicicletas y de comida rápida en los lugares donde antes había negocios para el consumo barrial.

No es cierto que el turismo favorezca la creación de puestos de trabajo, porque estos puestos son temporales y sobreexplotados, cuando acabe el verano habrá más personas paradas y los negocios no podrán mantenerse debido a la burbuja financiera que se ha producido en el barrio.

No es la primera vez que la gente del barrio de La Barceloneta sale a defender su calidad de vida al grito de «no nos moverán ». Anteriormente fue la lucha contra la ley de ascensores que expulsaba a lxs vecinxs que no podían pagar la remodelación de las fincas para instalar un ascensor; la resistencia contra la construcción de la Marina de Lujo del Port Vell cuya normativa excluye a las embarcaciones de poco calado, donde vivían familias, para dedicar el puerto exclusivamente a los yates y las embarcaciones de los ricos; y el rechazo a la construcción del hotel Vela, para la que el Ajuntament realizó una concesión de terreno público, de manera totalmente irregular, que privó al barrio de gran parte de su playa. Todos estos reclamos forman parte de una misma reivindicación contra la mercantilización del barrio, la ciudad debe ser para sus habitantes y no para la especulación.

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