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LEÓN TROTSKY (VERANO 1934)

El conflicto catalán y las tareas del proletariado (1)

Leon Trotsky, 24 de noviembre de 2014




En el verano de 1934 León Trotsky escribía una carta al Secretariado internacional de la Liga Comunista Internacional (LCI) sobre la cuestión catalana (*). Trotsky pedía a los revolucionarios de la Izquierda Comunista que dirigía Andreu Nin un giro en su política: 1) un posicionamiento decidido por la proclamación de una República Catalana independiente; 2) la necesidad que la clase obrera catalana se pusiera al frente de ese proceso acabando con la actitud pasiva definida por la Alianza Obrera; 3) una política de exigencia al Govern d’ERC de Companys frente a sus dilaciones; 4) poner al frente de esa defensa milicias obreras; 5) campaña de apoyo entre los obreros y campesinos del resto del estado de apoyo a la independencia de Catalunya. Esta lucha debía ser la palanca para derrotar la reacción en todo el estado y abrir la vía de la revolución obrera. Internacionalismo proletario y derecho de autodeterminación de los pueblos se combinan dialécticamente a lo largo de todo el escrito.

Los hechos de octubre (llamamiento huelga general revolucionaria, insurrección en Asturias, proclamación de la República catalana… ) confirman la visión profunda de los hechos de Trotsky. Lamentablemente estas propuestas coinciden con el proceso de ruptura de la Izquierda Comunista de A. Nin con la LCI y Trotsky

1. La apreciación del conflicto catalán (2) y de las posibilidades que se desprenden debe partir del hecho de que Catalunya representa hoy incontestablemente la más fuerte posición de las fuerzas defensivas frente a la reacción española y al peligro fascista. Si se perdiera esta posición, la reacción habría logrado una victoria decisiva y por mucho tiempo. Con una política justa, la vanguardia proletaria podría utilizar este bastión defensivo como punto de partida de una nueva ofensiva de la revolución española. Esta debería ser nuestra perspectiva.

2. Este desarrollo es imposible mientras el proletariado catalán no haya conseguido encabezar el combate defensivo contra el gobierno central reaccionario de Madrid. Pero esto no es posible si el proletariado catalán manifiesta estar dispuesto a sostener esta lucha sólo en el supuesto de que sea emprendida [...] o por la intransigencia del gobierno de Madrid, o por el carácter reaccionario de la pequeña burguesía catalana. La política seguidista de Maurín es adoptada por nuestros camaradas en la Alianza Obrera de Catalunya. (3) Pero romper este seguidismo sólo es posible si se coloca al frente del movimiento de defensa, si aclara las perspectivas, si lanza consignas siempre más briosas y empieza a tomar la dirección de la lucha no en las palabras sino en los hechos.

3.Una resistencia victoriosa sólo se puede concebir si moviliza todas las fuerzas de las masas –y ahora existen todas las precondiciones para hacerlo– y, además, lo hace hacia adelante, a la ofensiva. Por ello es de una importancia decisiva que la vanguardia proletaria explique desde ahora mismo a las masas obreras y campesinas del resto de España que la victoria o la derrota de la resistencia catalana determinará igualmente su propia victoria o su derrota.

Hace falta movilizar de inmediato estos aliados en toda España, y no esperar el momento en que la ofensiva reaccionaria sea un hecho. (Que es la posición de nuestros camaradas y de la mayoría del comité de la Alianza Obrera). (4)

4. Catalunya puede convertirse en el eje de la revolución española. La conquista de la dirección en Catalunya debe ser la base de nuestra política en España. Pero la política de nuestros camaradas lo hace del todo imposible. Hace falta cambiar urgentemente esta política si no se quiere que una situación clave acabe, por nuestros errores, en una nueva derrota que podría ser decisiva por mucho tiempo.

No podemos esconder que la política de nuestros camaradas sobre esta cuestión ha malogrado el prestigio no sólo de nuestra organización y de la Alianza Obrera, sino del proletariado mismo, y que no puede ser reparado sin un giro radical y la prueba de los hechos. La posición actual de nuestros camaradas y de los de la Alianza Obrera sólo puede ser entendida por las masas trabajadoras no proletarias de la manera siguiente: el proletariado, por la vía de sus organizaciones, está dispuesto a participar si otros empiezan. Pero pone un precio para hacerlo (mirad los términos impuestos por la Alianza Obrera) a la Esquerra catalana,(5) ignora completamente los intereses particulares del campesinado y de las masas pequeñoburguesas, y se dedicará a dirigir el combate tan rápido como sea posible hacia sus propios objetivos de clase, la dictadura del proletariado.(6) En lugar de aparecer como dirigente de todas las capas oprimidas de la nación, como dirigente del movimiento de liberación nacional, el proletariado sólo aparece aquí como acompañante de las otras clases: de hecho, un acompañante muy egoísta a quien se deben hacer concesiones, o más bien promesas, porque se le necesita y en tanto que se le necesita. La pequeña burguesía catalana, la gran burguesía y la reacción, basándose en la rebaja de la pequeña burguesía, no podían desear nada mejor del proletariado en una situación como esta.

5. Nuestros camaradas deben fundamentar su giro por encima de todo en lo siguiente: deben hacer agitación (tanto desde su organización como desde la Alianza Obrera) a favor de la proclamación de una república catalana independiente, y deben exigir, para garantizarla, el armamento inmediato de todo el pueblo. No se puede esperar a que el gobierno lo arme: deben formar inmediatamente milicias obreras que no sólo exigirán del gobierno el mejor equipamiento, sino que lo obtendrán desarmando a los reaccionarios y a los fascistas. El proletariado debe demostrar a las masas catalanas que tiene un interés sincero en la defensa de la independencia catalana. Es aquí de donde arrancará el paso decisivo hacia la conquista de la dirección en la lucha de todas las capas, preparada para la defensa a la vez de la ciudad y del campo. El armamento del pueblo debe convertirse en el centro de nuestra agitación en las próximas semanas, en torno a las consignas siguientes: «¡Ningún recorte de los sueldos! ¡El gobierno y la patronal deben asumir el coste del equipamiento y las reservas!». Las fuerzas militares existentes se tienen que emplear como instructores en la formación de las milicias, y hace falta hacer elegir los oficiales por las milicias. La base de la milicia es la fábrica.

Los obreros de la gran industria, de los ferrocarriles, etc. y de todos los servicios públicos deben formar parte automáticamente de esta milicia. La mayoría del pueblo debe ser llamado a añadirse. Cada regimiento elige su comité, el cual envía un representante al comité central de todas las unidades de milicia de Catalunya. El comité central –es decir, el soviet central– funciona como el Estado político, pero primero y ante todo como organismo de control y más tarde como autoridad central para las reservas y el equipamiento de las fuerzas armadas. En la realización de esta tarea, se convertirá en un organismo junto al gobierno, en el gobierno propiamente dicho. (7) Es la forma, el desarrollo concreto de los soviets en la situación actual en Catalunya.

6. Debido a sus profundas divisiones internas (8) que no le permiten establecer su hegemonía en Catalunya, el proletariado no puede, en la situación actual, proclamar por sí mismo la independencia de Catalunya. Pero puede y debe llamar con todas sus fuerzas a la independencia y exigirla del gobierno pequeñoburgués de Esquerra. Debe responder a sus maniobras dilatorias mediante la convocatoria de elecciones. «Necesitamos un gobierno que represente y dirija la voluntad real de lucha de las masas populares». Los comités de regimiento de la milicia deben convertirse en el medio principal para la preparación y la celebración de dichas elecciones. En otras palabras, en la medida en qué las dos fases del problema, la proclamación de la independencia y el armamento del pueblo, pueden estar separadas la una de la otra, es por la vía de la segunda que se debe realizar la primera.

7. El proletariado no sólo debe impulsar las reivindicaciones democráticas (libertad de prensa, Estado austero, equiparación de los salarios de los funcionarios, economía democrática, supresión de los impuestos indirectos, impuesto progresivo directo sobre los propietarios para financiar la resistencia, etc.) para sí mismo y además de sus propias reivindicaciones de clase, sino que también tiene que incorporar todas las reivindicaciones específicas de los campesinos y de las masas pequeñoburguesas a las reivindicaciones anteriores.

Hay carece de información sobre los detalles de la cuestión agraria, pero el proletariado, por propia iniciativa, ante todo tiene que armar a las masas con consignas y reivindicaciones por las que combatir. Pero sin presentar estas reivindicaciones como condiciones para estar dispuesto a participar como clase en la lucha. (9)

NOTAS Y AGRADECIMIENTO

* El artículo de Trotsky ha sido publicado por primera vez en catalán en la revista Avenç, núm 4044 de septiembre de 2014. Este artículo iba precedido por otro del historiador Pelai Pagès "Trotski y la República catalana" que lo situaba en su marco histórico.

Agradecemos a la revista Avenç su autorización para publicar el artículo de Trotsky, en catalán, tanto en Lucha internacionalista como en nuestros medios digitales.

La versión en castellano que presentamos está traducida por LI, también de la edición francesa Ouvres Leon Trotsky. Tomo 4. Instituto Leon Trostky 1979 y cotejada con la catalana. Igualmente creemos que es la primera traducción al castellano.

Las notas corresponden a la edición francesa del texto. Entre corchetes figura la información añadida en la traducción catalana, que ha ido a cargo de Xavier Serret.

(1) Archivos James P. Cannon, Biblioteca de Historia Social, Nueva York. [Editado por primera vez, en francés, en León Trotsky, Oeuvres, volumen 4, París EDI, 1979. De esta edición francesa hemos hecho la traducción al catalán, creemos que por primera vez. No nos consta ninguna traducción al castellano]. Este documento, encontrado en los archivos de la C.L.A. [Liga Comunista de América] no lleva ninguna fecha, y está en un dossier que tiene la fecha de 1934; está escrito en inglés, una traducción más bien mediocre que hemos debido retraducir por aproximación. Se trata, con bastante verosimilitud, de una carta dirigida al S.I. [Secretariado Internacional de la Liga Comunista Internacional] el contenido de la cual permite situarla aproximadamente entre julio y septiembre. [Revisados boletines de la época y escritos de balance de los protagonistas, no parece que esta carta llegara a España]

(2) Una vez celebradas las elecciones generales de noviembre de 1933, la formación de extrema derecha CEDA, de José Maria Gil Robles y Quiñones (1898-1980), se había convertido en el grupo más importante de las Cortes y reclamaba ruidosamente el poder, con todo tipo de amenazas.

Por otra parte, en diciembre de 1933, el dirigente del partido pequeñoburgués nacionalista catalán Lluís Companys y Jover (1883-1940) se había convertido en presidente de la Generalitat de Catalunya. El «conflicto catalán», hasta entonces latente, había estallado en abril de 1934, con la votación por el parlamento catalán, bajo la presión de la organización campesina de los rabassaires (arrendadores de tierras), de una ley que reducía de manera importante los viejos derechos feudales de los propietarios.

El gobierno central, presidido desde hacía poco por Ricardo Samper Ibañez (1881-1938), bajo la presión de los grandes propietarios catalanes, recurrió esta ley ante el Tribunal de Garantías Constitucionales, el cual la anuló el 10 de junio. El parlamento catalán entonces votó inmediatamente una nueva ley, idéntica en todos los puntos, y los diputados catalanes –imitados por los vascos– abandonaron las Cortes. Era evidente que la situación llevaba a una prueba de fuerza, pues la entrada de la CEDA al gobierno –a la que el P.S. [PSOE] estaba decidido a responder por la fuerza en todo el país– no podía significar otra cosa que la puesta en cuestión de las libertades catalanas por la fuerza de las armas.

(3) La Alianza Obrera de Catalunya se había constituido en noviembre del 1933. Era un frente único de varias organizaciones obreras, el Bloque Obrero y Campesino (de Maurín), la Izquierda Comunista (de Nin), el Partido Socialista Obrero Español, el sindicado reformista UGT, los sindicatos excluidos de la CNT por haber seguido a los disidentes llamados «trentistas» -hostiles a la toma de la dirección del sindicato por parte de los anarquistas de la FAI-, y la Federación Sindicalista Libertaria, igualmente una escisión de la CNT. Joaquim Maurín Julià (1896-1973), antiguo dirigente de la CNT, después del Partido Comunista, excluido en los primeros años treinta con la Federación Catalano-Balear, era el principal dirigente del Bloque Obrero y Campesino de Catalunya. Desde hacía unos cuantos años, Trotski reprochaba a sus camaradas españoles, y a Andreu Nin en particular, la práctica de una política «seguidista» respeto a esta tendencia que él consideraba expresión de una corriente pequeñoburguesa catalanista.

(4) La posición adoptada por la conferencia regional de junio del 1934 de la Alianza Obrera de Catalunya había sido la de «apoyar» si «el gobierno contrarrevolucionario de Madrid atacaba Catalunya, y si, por este motivo, se proclamaba la república catalana». Esta posición equivalía nada más y nada menos que a dejar la decisión de iniciar la lucha... al gobierno catalán de Companys, del cual Maurín pensaba –y así lo escribió en su libro ‘Revolución y contrarrevolución en España’– que «lo tenía todo en sus manos».

(5) Esquerra [Republicana de Catalunya] era la organización nacionalista de Cataluña, cuyo primer jefe, el coronel Macià, había empezado proclamando la república «catalana». Su jefe en aquel momento, Companys, era el abogado de los militantes de la CNT desde hacía años.

(6) La conferencia de junio de la Alianza Obrera había especificado en su resolución final las reivindicaciones proletarias que ponía como condición para su participación en la resistencia frente a Madrid.

(7) El verano de 1936, el «comité central de milicias» de Catalunya se convirtió durante algunas semanas, efectivamente, en el auténtico gobierno revolucionario de la Catalunya levantada contra el pronunciamiento golpista de los generales.

(8) La CNT catalana quedó decididamente al margen de la Alianza Obrera, a diferencia de la organización regional asturiana, que era miembro entusiasta.

(9) Estos consejos a la Izquierda Comunista de España no fueron escuchados, y la ICE no tuvo en cuenta estas apreciaciones. Pese a que se pronunció por la república catalana, la Izquierda Comunista esperó la entrada de la CEDA al gobierno en octubre de 1934 para llamar a la huelga general a través de la Alianza Obrera. Esta huelga, combatida por la CNT, fue un fracaso, comportando la puesta en cuestión del statu quo de las «libertades» catalanas, y de la existencia misma de la Generalitat.

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