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EDITORIAL

Un año crucial para la reorganización en la izquierda

Lucha Internacionalista, 12 de enero de 2015




Entramos en el 2015, un año plagado de citas electorales con las posibles anticipadas catalanas, con las municipales y las autonómicas (excepción de Andalucía y País Vasco), y con las generales a final de año. Es lamentable que –a pesar que desde la izquierda se niega el electoralismo- sólo se mueven acuerdos o desacuerdos ante las elecciones. Está por ver a dónde conduce la caída de votos del PP, si Ciudadanos o UpyD se aprovechan de ello, o si se abre un espacio de extrema derecha distinto al PP. Pero para nosotros lo más determinante del proceso es la reconstrucción del espacio de la izquierda, durante décadas prácticamente monopolizada por el PSOE e IU, con la excepción del País Vasco.

Los momentos de cambios de referentes políticos en la clase obrera y el pueblo son históricos y claves. Han sido necesarios procesos de alcance histórico para que hoy estén dadas las condiciones para una recomposición de las fuerzas de izquierda.

La traición del pacto de la transición con el franquismo que nos impuso la Monarquía, el engaño de la promesa de Cambio del PSOE de Felipe González en los 80, las sucesivas crisis en el PCE/ IU al calor del levantamiento contra los regímenes estalinistas los en la exURSS y el Este europeo que empujaron a la «socialdemocratización» del viejo estalinismo. Pero aun siendo muy importantes e imprescindibles para acabar abandonando las viejas referencias del PSOE y PCE/IU, estos procesos no desencadenaron la necesidad de una alternativa entre amplias capas trabajadores de una alternativa.

¿Qué ha cambiado ahora? La profunda crisis económica del capitalismo ha dejado sin margen de maniobra a la socialdemocracia para aplicar una política menos severa que la de la derecha burguesa, y cientos de miles de trabajadores/as se hunden en una miseria creciente. La reacción de rechazo a las medidas favorables a la banca y los poderosos, a falta de un ascenso de la lucha obrera, se manifestó en el movimiento del 15M y en las mareas que han defendido lo publico frente a recortes y privatizaciones. A los ojos de las masas se evidenciara la falta total de credibilidad de las instituciones del Estado y los partidos institucionales de la izquierda corroídos por innumerables escándalos de corrupción. Todo ello ha sido necesario para que hoy se abra un periodo de reorganización en la izquierda, de fin del ciclo abierto con la transición y con él de las fuerzas políticas que le dieron cobertura, un periodo de cambio que esperamos que sea irreversible.

Este espacio podía haberse llenado desde los primeros compases de la crisis con una política de frente entre las fuerzas que han sido referentes de lucha contra el sistema, como Batasuna- Sortu, la CUT andaluza o la CUP catalana, junto a las fuerzas de la izquierda revolucionaria, sindical y los movimientos sociales. Es lo que venimos defendiendo. Hubo un punto en que parecía posible con Iniciativa Internacionalista, pero no hubo continuidad. En Catalunya se impulsó la CUP-AE pero esta propuesta –hasta hoy- quedó muy lejos para ser ese referente indiscutible de la izquierda de los trabajadores/as y la juventud.

Pero el vacío no existe tampoco en política. Y la irrupción de Podemos viene a demostrar la necesidad de un amplio sector popular que busca un referente nuevo, directo y que no tema – al menos en los debates- enfrentarse con la derecha y el poder, con la «casta». Podemos expresa la posibilidad de cambio, recupera la ilusión en amplios sectores populares desencantados y desengañados, pero nace también con enormes limitaciones: cambio de programa y abandono de propuestas de ruptura económica con el capitalismo para levantar un proyecto socialdemócrata, indefinición en temas centrales sobre la Monarquía o el derecho de autodeterminación catalán, proyecto casi exclusivamente electoralista, funcionamiento fuertemente per-sonalista, tecnocrático (todo gira alrededor de «expertos» y profesores de universidad) y poco democrático, o la exclusión de las organizaciones existentes. Ciertamente que la posibilidad de cambio no se limita a Podemos, hay movimientos en Andalucía de la CUT de ruptura con IU, también en Catalunya hay una propuesta de frente amplio de ruptura a partir de la CUP-AE.

El principal problema de este proceso de reorganización es que se está realizando en frío y por arriba. No está habiendo un ascenso de la lucha de masas y en particular de la lucha de la clase obrera que actúe como catalizador, que imponga la voz de las necesidades de clase a los tacticismos y maniobras, que dé protagonismo verdaderamente a los de abajo. Esta situación no exime lo más mínimo de la obligación de toda organización revolucionaria de participar de lleno en este proceso, pero sin olvidar que el cambio no vendrá de las elecciones, sino de la lucha y que, por ello, ayudar a reactivarla sigue siendo la principal prioridad. Lejos estamos de una recuperación económica que aligere la dureza de la situación de los trabajadores/as, no estamos en un momento de tregua, la ofensiva político-económica va a proseguir con toda la fuerza.

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