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El capitalismo en decadencia nos lleva al hambre y la miseria

Demos una respuesta de lucha obrera y popular a la “crisis de los alimentos”

LIT-CI, 19 de mayo de 2008




Cada Primero de Mayo, los trabajadores
recordamos a los “mártires
de Chicago”, las batallas por la
jornada laboral de 8 horas y homenajeamos
a todos los caídos en las
luchas obreras y populares contra
la explotación y la opresión capitalista.
Es tradicional, también, reivindicar
la necesidad de la revolución
socialista como el camino para superar
las lacras del capitalismo, y,
finalmente, hacer un llamado para
impulsar y apoyar las luchas que,
por diversas reivindicaciones, se
desarrollan en el mundo.

En las últimas semanas, estallaron
una serie de revueltas y levantamientos
en numerosos países del
mundo contra el alza de los precios
de los alimentos: Burkina Faso,
Costa de Marfil, Egipto, Guinea, Guinea
Bissau, Haití, Indonesia, Marruecos,
Mauritania, Mozambique y
Senegal. Robert Zoellick, director del
Banco Mundial, definió la situación
como “una de las crisis alimenticias
más graves de la historia de nuestro
planeta” originada por un aumento
general del 48% en los precios
de los alimentos el último año,
pero con subidas mayores en productos
como el arroz (75%)(1).
El Banco Mundial alertó que “33
países se enfrentarán a potenciales
conflictos sociales por la intensa subida
de los precios de los alimentos” (2.) Según la ONU, cerca de 800
millones de personas pasan hambre
en el mundo. Un verdadero genocidio
perpetrado por el sistema
capitalista imperialista en pleno siglo
XXI. La “revuelta de los hambrientos”
representa entonces una
batalla verdaderamente de vida o
muerte.

Entre esos levantamientos, se
destacan el de pueblo haitiano que
enfrenta también la ocupación militar
del país por los “cascos azules”
de la ONU y el de Egipto, encabezado
por miles de trabajadores textiles
de la ciudad de Al Mahalla. También
en Senegal y Burkina Faso la
clase obrera estuvo en el centro de
las revueltas. Esos países nos marcan
el camino y nos muestran la
necesidad urgente de que la clase
obrera de todo el mundo dé una
respuesta contundente de lucha
contra el capitalismo por su propia
supervivencia física.El aumento de
los precios no se debe a la escasez
o a una caída en la producción.
Por el contrario, los adelantos
tecnológicos y la
sobreexplotación de la tierra hacen
que la producción de cultivos y
materias primas alimenticias crezca
cada vez más, a un ritmo superior
al de la población mundial.
Así lo reconoció Josette Sheeran,
directora ejecutiva del Plan
Alimentario Mundial de la ONU:

“Nos encontramos ante una nueva
cara del hambre: a pesar de
que hay alimentos en las tiendas,
cada vez más personas no se los
pueden permitir”(3).

¿Por qué suben los precios de
los alimentos si su producción está
creciendo? Una concentración
cada vez mayor de los mercados
que hace que unas pocas empresas
controlen todo el comercio
mundial de alimentos, pensando
sólo en aumentar sus ganancias;
el agrobussines que se concentra
en unos pocos productos de altos
precios internacionales sin importar
las necesidades alimenticias de
la población mundial; millones de
campesinos expulsados de sus tierras;
materias primas alimenticias
que son destinadas a la producción
de combustibles; el mercado
de alimentos transformado en un
“casino de apuestas” por capitales
especulativos y parasitarios…

Los gobiernos de los países
imperialistas ya llevan gastados
más de 600.000 millones de dólares
para tratar de frenar o atenuar
la crisis financiera mundial abierta
con el fin de la “burbuja especulativa”
en el mercado inmobiliario de
EE.UU. y otros países. Ellos están
dispuestos a todo para salvar a los
bancos y a las compañías
involucradas en esta especulación,
pero no para resolver la cuestión
del hambre en el mundo.

Al mismo tiempo, el mercado
mundial de alimentos, con el sistema
de “contratos a futuro”, se parece
cada vez más a un “casino
de apuestas”. Un casino al que
ahora se han sumado nuevos “jugadores”:
una parte de los capitales
que especulaban en el mercado
inmobiliario ahora han girado
hacia los commodities, especialmente
petróleo, minerales y granos,
creando una “burbuja especulativa”
y aumentando artificialmente su demanda
y, con ello, sus precios.

Junto con esto, las grandes compañías
petroleras, y también los
especuladores, aprovechan la inestabilidad
en Medio Oriente, resultado
del fracaso de la política del
gobierno de Bush en el área, para
llevar el precio del barril a niveles
superiores a los 100 dólares, lo que
incide, directa e indirectamente sobre
el precio de los alimentos.

El capitalismo no puede solucionar el hambre en el
mundo

La primera respuesta del capitalismo, frente a las “revueltas
del hambre”, ha sido la feroz represión ejercida
por los gobiernos de los países donde se produjeron. Es
cierto que, al mismo tiempo, el FMI y el Banco Mundial,
e incluso los propios gobiernos imperialistas, han señalado
su “profunda preocupación” y la necesidad de discutir
y adoptar medidas. También expresa su miedo de
que la “revuelta de los hambrientos” se extienda y amenace
sacudir al mundo desde sus cimientos. En el mejor
de los casos, sus propuestas se limitan a aumentar la
“ayuda humanitaria” a los países afectados. Una respuesta
que, desde hace varias décadas, ha mostrado
su total incapacidad para resolver el problema del hambre
en el mundo porque no modifica, ni se propone hacerlo,
las causas profundas que lo generan.

En la década de 1990, después de la caída de la URSS
y la restauración capitalista en los ex estados obreros, el
capitalismo se declaró históricamente “triunfante” como
el único camino para mejorar el nivel de la humanidad.
Pocos años después de ese “triunfo”, la “crisis de los alimentos”
y las “revueltas del hambre” nos muestran los
extremos de degradación a que nos lleva el capitalismo
imperialista. Un sistema que no es capaz siquiera de garantizar
el más elemental de los derechos humanos (la
comida) condenando a cientos de millones a morir de
hambre.

Mientras la producción y la comercialización de alimentos
estén controladas por los grandes grupos internacionales
y los grandes especuladores no será posible cambiar
esta situación. La disyuntiva está clara: o la voracidad
de ganancias de estos grupos o las necesidades y
la vida de cientos de millones de personas.

Sólo un sistema de economía central planificada, que
utilice racionalmente los recursos existentes y se organice
para satisfacer las necesidades básicas de los trabajadores
y los pueblos del mundo, podrá acabar definitivamente
con el hambre en el mundo. Para ello es necesario
expropiar a todas las grandes empresas que dominan
la economía mundial. Por eso, reafirmamos nuestra
convicción de la necesidad imprescindible y urgente de
la revolución socialista internacional que liquide al sistema
capitalista imperialista.

Mientras luchamos por esta perspectiva, somos
concientes de que los hambrientos del mundo necesitan
respuestas inmediatas para paliar su situación angustiante
y también la necesitan aquellos trabajadores que ven el
hambre y la miseria como una amenaza cada vez más
cercana. La clase obrera y las masas del mundo no pueden
esperar pasivamente frente a esta realidad: tienen
que luchar por su supervivencia física. Es imprescindible
que la clase obrera se ponga al frente de todas las masas
empobrecidas para encabezar esta lucha.

San Pablo, 22 de abril de 2008

Secretariado Internacional
Liga Internacional de los Trabajadores – IV
Internacional

Notas

* Articulo completo en www.li-litci.com

1 Diario Clarín de Argentina, 11/4/2008.

2 Citado por el artículo Crisis de alimentos alarma al
mundo. Diario El Universal, 13/4/2008.

3 Revueltas de hambrientos

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