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No hay liberación en el genocidio: llamamiento al boicot de Eurovisión.



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Debate en la izquierda

Libia ante la intervención militar imperialista

Josep Lluis del Alcazar, Pepe Díaz, 30 de abril de 2011




Un fuerte debate en la izquierda
se centra en la situación de
Libia. Del 17 de febrero al 19
de marzo, entre quienes
estaban a favor de Gadafi o a
favor de la revolución. Tras el
19, con el inicio de la intervención
imperialista, los pro-
Gadafistas se tiñeron de
antiimperialistas y el debate
subió en decibelios. En el
primer momento los progadafistas,
con Castro y
Chávez a la cabeza, hablaron
de una mano negra tras la
revuelta libia, del
antiimperialismo del dictador y
de sus supuestas bondades
hacia su pueblo.

Con el inicio
de los ataques aéreos, las
posiciones se multiplicaron.
Unos por considerar que la
intervención era la única
manera real de frenar la
ofensiva de Gadafi (PSOE, IC,
CCOO, UGT…) y otros desde
posiciones pacifistas, rechazando
la intervención, pero a
la vez la dictadura libia, sin
decir cómo se derrota la
ofensiva militar gadafista con
la superioridad de armamento
de que dispone. Otros estarían
de acuerdo con la exigencia de
armar a los rebeldes si su
dirección diera más garantías
de tener una posición independiente
del imperialismo
(Clase contra clase y su
organización internacional, la
FTCI).

Y, finalmente otras que
defienden que con la intervención
del imperialismo el
conflicto inicial pasaba a un
plano secundario, y como lo
determinante era enfrentarla
había que ponerse del lado de
Gadafi (PCE, Iniciativa Comunista,
PSUC-Viu…), que vienen
a alinearse con la primera de
Chávez y Castro.

No les consta que Gadafi sea
un dictador asesino

Es vergonzoso el apoyo que «los
socialistas del siglo XXI» del ALBA,
liderados por Fidel Castro y Hugo
Chávez, dieron desde el principio al
régimen dictatorial de Gadafi, del
que decían no les constaba fuera
ni un dictador ni un asesino. Su
posición ha sido retomada por voces
como la de Julio Anguita y el
PCE.

En primer lugar niegan las
masacres –como ahora también
hacen en Siria y antes hicieron en
Bosnia y Kosova-, con lo que niegan
que hubiera guerra antes de la
intervención imperialista.

Lo segundo,
niegan que el régimen sea una
dictadura burguesa, lo definen
como antiimperialista y como el
«paraíso africano» por los beneficios
de los que disfrutan sus trabajadores
(ver artículo de Libia).

En tercer
lugar, niegan la revolución diciendo
que fue un montaje de la CIA, unas
veces hablando de un golpe de estado
de sediciosos apoyado por el
imperialismo, otras calificándola de
guerra tribal, también de sectores
pro-imperialistas. Sin embargo fue al
revés: fueron las masacres de las
manifestaciones en ciudades como
Trípoli y Bengazi las que provocaron
la división del ejército y que parte de
los oficiales se pasaran a las filas
revolucionarias. Así pues, la guerra
empezó el 17 de febrero
masacrando Gadafi a los manifestantes
de Bengazi; y tuvo una segunda
parte que empieza el 19 de
marzo con la intervención imperialista.

En cuarto lugar, negando que
la revolución libia sea parte de lo que
está ocurriendo en el norte de África
y en los países árabes y que esté
ligada a la caída de Ben Ali y
Mubarak. Esto les lleva a quedarse
aislados y muertos políticamente en
la zona apoyando a Gadafi, pues no
son capaces de explicar porqué si
lo que ocurre en Libia es diferente a
lo que ocurre en Túnez y Egipto,
organizaciones como el PCOT de
Túnez, Hizbula en el Libano, el
FPL,… apoyan la lucha del pueblo libio contra Gadafi, a la vez que han
luchado contra el imperialismo con
las armas en la mano en el caso de
Hizbula en el Libano y el FPL en Palestina,
y piden que dejen de intervenir
militarmente en Libia.

Julio Anguita en un acto
en Carmona va más allá y
dice que la bandera que levantan
los rebeldes es la del
Rey Idris para desacreditar
a los revolucionarios libios,
como si estos pidieran la
vuelta de la monarquía. Esto
es mucho menos de lo que
en el estado español a la
muerte de Franco hicieron
su partido, el PCE, y el
PSOE («banderita tu eres
roja, banderita tu eres
gualda, porque lo dice el
Carrillo, porque lo dice la Pasionaria
») al aceptar la bandera
de la antigua monarquía,
la bandera franquista,
como símbolo de una reforma
que no rompía con el
antiguo régimen. Y aunque
la transición española estuviera
pactada con un plan
llamado Juan Carlos I, entre
la burguesía española
(Fraga, Suárez…), los tecnócratas
franquistas, el PCE y
el PSOE, con el visto bueno
del imperialismo europeo y
americano; no es menos cierto que
los revolucionarios participamos en
la legítima lucha contra Franco exigieron
la ruptura y la república. En
Libia, y aunque nadie pida la vuelta
de la monarquía, está claro que el
imperialismo tiene un plan político
aceptado por la dirección del CNLT
y justamente porque es legítima la
lucha contra Gadafi, hay que participar
para echar abajo este plan -
que no fuimos capaces de tirar a la
basura en España gracias al CNLT
español que se llamaba PCE y
PSOE.

La intervención, ¿la única
manera efectiva de parar la
masacre?

No sólo los grupos socialista y
popular del Parlamento europeo,
también IC, parte del Bloco de
Esquerda de Portugal (ver recuadro),
y una gran mayoría votaron en el
Parlamento europeo a favor de la
intervención. CCOO y UGT también
le dan apoyo. La argumentación es
siempre la misma: «es la única manera
de parar el genocidio». Es decir,
se trataría de una intervención
«humanitaria». Pero ni el objetivo del
imperialismo es salvar vidas, ni menos
apoyar a la resistencia para que
acabe con Gadafi y su régimen.

El imperialismo interviene para
parar el avance de la revolución en
el norte de África. La primera opción
fue dejar que, con la represión,
las dictaduras continuaran. Fue el
caso de Francia, que el mismo día
en que se iba Ben Ali aún le ofrecía
armas y apoyo político. Fue la política
en Yemen o Bahrein con gobiernos
estrechamente ligados a los
EE.UU. En el último caso con la
intervención militar de Arabia Saudí
y los Emiratos Árabes. También es
el caso de Libia, la resolución de la
ONU para la intervención se discute
y decide un mes después de iniciada
la revuelta, cuando la situación
amenazaba en empantanarse
en una dura lucha en las calles de
Benghasi. Gadafi, con la supremacía
del armamento en los combates
abiertos, podía destruir pero no
dominar una ciudad muy poblada,
como demostraba Misrata, la tercera
ciudad libia.

Con la intervención imperialista se
pretende no una solución militar
para los rebeldes, sino imponer una
salida dictada por el imperialismo a
las dos partes enfrentadas, que lleve
a reconstruir el régimen y la estabilidad
garantizando los intereses
occidentales sobre el petróleo libio.
Hay diferencias entre los EEUU,
Francia o Italia sobre cuál es la
mejor manera. Francia o Inglaterra
están convencidas de
que no hay salida con
Gadhafi en el poder. La
posición de los EE.UU.
es otra. Ante la pregunta
de si hacía falta echar
a Gadafi con la intervención,
Obama reflexionó
sobre el coste que tuvo
en Irak la decisión de
echar a Saddam
Hussein: «en ese país
tardamos 8 años, con
miles de vidas norteamericanas
e iraquíes, con
un coste de un billón de
dólares. No lo podemos
repetir en Libia». La segunda
opción sería la
partición de Libia entre el
Este con Benghasi y el
oeste con Trípoli, con la
línea de partición en Sirte.

Por si esta acaba
siendo la opción definitiva
se está permitiendo la
destrucción sistemática
de una Misrata que sigue
siendo una isla rebelde
en territorio gadafista, y
dificultaría este plan.

La intervención militar imperialista
fortalece políticamente el régimen
de Gadafi, porque lo enfrenta
al enemigo histórico de los pueblos
semi-coloniales, lo mismo pasó con
Saddam Hussein, que pese a haber
sido un peón de los intereses
americanos en el pasado, pese a
haber protagonizado ataques criminales
contra su pueblo, resurgió
como emblema cuando resistió los
ataques de los EEUU.

«El valor moral de la
noviolencia es muy superior
al pragmatismo de la
violencia»

Así concluye el manifiesto de
Pepe Beunza, Fco. Fernández
Buey, Pere Ortega, Taibo… y está
en el fondo de las posiciones pacifistas:
«Pero, además, antes de
optar por la vía militar, existían medidas
políticas de presión para frenar
el conflicto, aislar al gobierno de
Libia y expulsar a Gadafi del poder,
si es que de eso se trata. Como
arbitrar la congelación inmediata de
todas las cuentas bancarias e intereses
en empresas de Gadafi y su gobierno en el exterior (…).

Embargos económicos que
debían paralizar todas las
transacciones comerciales,
incluidas las armas y los hidrocarburos;
así como el reconocimiento
de los rebeldes;
y especialmente, presionar
para convocar una
conferencia regional en que
participaran, además de gobierno
y rebeldes, otros muchos
actores representativos
libios y los países árabes de
la región, que posibilitara la
resolución del conflicto. Conferencia
que debería tener
como objetivo terminar con
la dictadura y facilitar una
transición política.» (Manifiesto
citado)

Aparte de los efectos nada
pacíficos de un embargo sobre
las transacciones comerciales,
que golpea sobre los
sectores más pobres de la
población y no sobre sus dirigentes
(ver Cuba, Irak…),
vayamos al fondo. El día 17
empieza un enfrentamiento
armado entre Gadafi y los
rebeldes: ¿qué posición tenían
estos pacifistas? ¿Y
cuando masacraron en
Bengasi? Al parecer para
ellos el problema sólo nace
a partir de la intervención
imperialista, y lo peor de todo
es que han dado un mes de
margen a Gadafi para seguir
masacrando y fortaleciendo
su posición política. De otro
lado, a la lucha revolucionaria
libia, la única respuesta
que dan, es sentarlos en una
mesa con el régimen para
negociar una transición. Esa
salida negociada es la que
ha venido intentando el imperialismo,
tras el fracaso de
su apoyo a Gadafi y aún a la
par que su intervención armada,
puesto que les garantiza
la no ruptura con el régimen
anterior. Los propios revolucionarios
libios han respondido
a nuestros pacifistas
negándose a sentarse
con el régimen y continuando
la lucha hasta la ruptura
con él.

A nadie le gustan las armas,
pero defendemos clara
y rotundamente el derecho
de un pueblo a armarse para luchar contra la opresión. Los
palestinos tienen todo el derecho a
oponer la lucha armada contra la
ocupación genocida y la limpieza
étnica que impone Israel. También
el pueblo libio tiene el derecho a la
legítima defensa. ¿Y quién sino la
revolución en marcha en Egipto y
Túnez, eran quienes debían ayudar
a la revolución en Libia? Ellos deberían
ser los primeros en dar armas
a los rebeldes.

Porque, ¿se podía parar de alguna
otra manera el avance militar
del régimen contra los rebeldes?
Y la respuesta es que un
avance militar precisa de armas
para pararlo y los rebeldes no las
tienen. La resolución de la ONU
aplicaba el embargo de armas a
ambas partes, es decir mantenía
la supremacía militar de Gadafi.

Esta es la explicación para que un
mes después de iniciados los ataques
de la OTAN, las posiciones
militares estuvieran donde estaban.
Un motivo más para estar
contra la resolución de la ONU y la
intervención es la exigencia de armamento
que precisan las milicias
insurrectas.

Porque sin la demanda de armas
para los rebeldes, las buenas intenciones
de solidaridad con la revolución
o de una solución pacífica
del conflicto, se estrellan con la
decisión de Gadafi de imponer la
paz de los cementerios, como dijo
su hijo: «ríos de sangre por toda
Libia». Y la única respuesta a quien
te masacra es la defensa: fueron
los jóvenes libios los primeros en
responder a las masacres exigiendo
armas.

¿Armas? Pero ¿hay garantía
en el Consejo Nacional de
Transición Libio?

«Entraré en Benghasi como
Franco entró en Madrid», afirmó
Gadafi. Y ¿cómo se para el avance
de Gadafi/Franco? Ciertamente
hace falta una política revolucionaria
que demuestre lo justo de la lucha
y facilite el levantamiento en la
retaguardia del dictador, pero también
hacen falta armas. Hacían falta
armas para parar el avance de
Franco y hacen falta para parar a
Gadafi. Los revolucionarios denunciaron
la política de neutralidad del
Frente Popular francés y las demás
«democracias» europeas en la Guerra
Civil del 36. La política de no
armamento de la República estaba
al servicio de Franco y la supremacía
militar que le aseguraban la Alemania nazi y la Italia de
Mussolini. No pedir armas para la
resistencia es la otra cara de la
moneda del embargo de armas «a
todos» que aplica la OTAN y que
deja la iniciativa militar en manos
del dictador, que es quien está
armado.

Sin embargo, hay organizaciones
que aceptarían armar a los
revolucionarios sólo «con garantías
». Y, efectivamente el Consejo
Nacional de Transición no nos da
muchas garantías. Una parte de
sus miembros eran del propio gobierno
de Gadhafi y callaron durante
años los crímenes de la dictadura.
Este sector mantiene estrechas
relaciones con el imperialismo,
pero también hay quien decidió
detener y expulsar a la guerrilla
británica que operaba en
Benghasi. La dirección de la resistencia
pidió armas desde el principio
y el imperialismo -empezando
por la ministra de exteriores española-
se las negó. Realmente esto
empujó a un sector de la resistencia
a los brazos de la solución imperialista,
viendo la intervención
como única salida, aunque inicialmente
estuvieran en contra.

Los procesos revolucionarios y las
guerras se producen con una mezcla
de intereses. Quienes exigen
garantías de plena legitimidad a
toda la dirección de un proceso, acaban
sin implicarse en él. En la misma
guerra de Franco contra la república,
los revolucionarios pedían la ruptura
de la neutralidad para armar a la república,
pero en el interior de las fuerzas
republicanas, se producían una
revolución y una contrarrevolución, de
forma que una parte de las armas que
entraban a manos de la República
eran utilizadas para liquidar la revolución
como en los hechos de mayo del
37 en Barcelona. Pero permitir la victoria
de Franco y no armar a la República
era garantizar el fin de todo. Defendemos
la revolución en el Norte de
África y Libia porque supone un avance
y que los pueblos tomen en sus
manos su futuro.

No llamaremos a confiar
en el Consejo Nacional Transitorio,
y denunciaremos posiciones
como las de pedir
más intervención militar de
la OTAN. Pero llamaremos a
confiar en la lucha del pueblo
sublevado hasta que acabe
con Gadafi. La revolución
surge de condiciones concretas
y con las limitaciones
a la organización de la izquierda
que Gadafi siempre
reprimió. Es en el proceso
revolucionario, como está
pasando en Túnez y Egipto,
donde hay posibilidades para
la construcción de una izquierda
revolucionaria.

Josep Lluís del Alcázar


Gadafi antiimperialista?

Libia fue una colonia italiana tras
la invasión de 1912 de Cirenaica y
Tripolitania. Con la llegada de
Mussolini al poder en 1922 se afianza
la presencia italiana y en 1934
Italia une Cirenaica y Tripolitania
creando la Libia italiana que llegaría
a contar con 120.000 colonos en
1940. En 1943 tras la derrota de Italia
en el norte de África en la segunda
guerra mundial, Libia queda bajo
control de Inglaterra y Francia. En
1951 obtiene su independencia
siendo el primer país africano en
conseguirla. Libia se convierte en
una monarquía con el Rey Idris, títere
de los británicos, que concede
a británicos y estadounidenses la
utilización de bases militares. Libia
se transforma en la principal base
aérea estadounidense en el Mediterráneo.

A finales de 1950 la compañía
yankee Esso confirma la presencia
de grandes bolsas de petróleo:
Esso y Brittish Petroleum obtienen
ventajosas condiciones que les
aseguran el control y grandes beneficios
sobre las riquezas libias.
Las protestas de los nacionalistas
libios van creciendo hasta que el 1
de septiembre de 1969 Gadafi tomó
parte en la revolución que acabó
con la monarquía del rey Idris, y formó
el Consejo de Mando de la Revolución
que, entre otras medidas,
nacionalizaba el petróleo y la banca
y cerraba las bases militares británicas
y estadounidenses:
estamos hablando del Gadafi
antiimperialista, amigo de
Nasser y la unidad Árabe.

Pero también de un Gadafi
enemigo de los derechos democráticos
que prohíbe los sindicatos
y los partidos políticos,
haciéndose con un rígido control
sobre los trabajadores libios.
El pueblo originario del norte de
Africa no es árabe, es bereber,
y Gadafi los priva de su cultura
prohibiéndoles hablar su lengua
y su identidad Amazigh. Este
pueblo representa el 15% de
la población Libia y se ubican
sobre todo en la zona noroeste
de Libia donde corren tal
peligro ante la política racista de
Gadafi, que el congreso mundial
Amazigh pide el derrocamiento del
dictador.

Por los campos de entrenamiento
libios pasaron desde los
montoneros argentinos, al IRA,
ETA, las FARC, el FSLN y demás
grupos de liberación nacional. Colaboró
activamente con la OLP en
la lucha contra el estado de Israel y
este carácter antiimperialista es lo
que llevó a que el presidente americano
Ronald Reagan bombardease
Trípoli en 1986, calificándolo
como el enemigo público número
uno de Occidente. En 1988 el régimen
libio estuvo detrás del atentado
de Lockerbie en el que 270 personas
mueren en la explosión de
un avión de PANAM en tierras escocesas,
en el segundo mayor
atentado contra ciudadanos estadounidenses
después de la II Guerra
Mundial. Gadafi se negó a entregar
a los autores del atentado y
la ONU sancionó al régimen libio
con unas medidas económicas que
no le permitían exportar petróleo.
Libia en ese momento fue calificado
por el imperialismo como un país
terrorista, pero esto no quita el apoyo
de Gadafi a asesinos como Idi
Amin en Uganda, Omar Bongo en
Gabon o el anticomunista Gaafar
el Numerie en Sudán.

Por otro lado, y desde muy pronto,
las represalias del gobierno británico
ante las nacionalizaciones,
empujaron a Gadafi a establecer
lazos económicos con la URSS,
con la que firmaría un acuerdo en
1972 para desarrollar la industria
petrolera. Eso sin desdecirse de su
posición anticomunista ni antes ni
después: en el 71 devolviendo un
avión de comunistas sudaneses a
su país donde fueron ejecutados
por Numerie; en el 73, publicando
un documento en el 4º aniversario
de su llegada al poder bajo el título
de «Guerra Santa contra el comunismo
». Pese a todo, el embargo
de armas a Libia, impulsado per
EEUU, aún fortaleció más los vínculos
con la URSS que pasó a suministrarle
armas.

¿Qué ocurre en Libia para que
entre finales de los 90 y los 2000
deje de ser considerado un estado
terrorista y pase a ser aliado
incondicional del imperialismo?

La caida del muro de Berlín primero
y la desaparición de la URSS
después generaron una nueva situación
para Gadafi que perdía protección
ante el imperialismo –el
mensaje de la primera guerra del
Golfo en el 91 era claro-, además
de perder un apoyo económico
importante. La recesión económica provocada por la caida de los
precios del petróleo a lo largo de los
90, planteaba el riesgo de que la
crisis económica arrastrara la del
poder estatal.

En este marco, la presencia
islámica radical se hace patente en
Libia como una amenaza para el
régimen hasta el punto que a mediados
de 1995 hay combates entre
las tropas libias y el Grupo de
Combate islámico de Libia en la
zona de Bengazi y Derna. El islamismo
es la única oposición real y
armada. En 1996 en la prisión de
Abu Salim mueren asesinados 1.200
presos. Gadafi se lanza de lleno a
la lucha contra el integrismo y cuenta
con el apoyo de su antiguo enemigo
yankee en la lucha contra Al
Qaeda.

Por una parte la lucha contra el
integrismo y por otra ver cómo el
imperialismo invade Irak y asesina
a Sadam Hussein, hacen que
Gadafi vea claro cuál es su destino
si no cambia su política hacia el imperialismo.
El caso Lockerbie le da
una magnífica ocasión para demostrar
su amistad con los gringos. En
unas prolongadas negociaciones el
régimen libio entrega a los autores
materiales del atentado, en 2002
ofrece una compensación de diez
millones de dólares por víctima y finalmente
reconoce en 2003 la
autoría formal del atentado.

Ese mismo
año, la ONU levanta las sanciones
contra Libia que habían durado
15 años y entran en Libia las multinacionales
petroleras. La empresa
petrolera italiana
ENI es el primer
productor de hidrocarburos
en
Libia e Italia es
el primer socio
comercial con
un 20% de las
exportaciones
libias. Libia es
propietaria del
0,5% de ENI y
más de 130
empresas italianas
están presentes
en Libia
d e s t a c a n d o
Finmeccanica –
con una planta
de instalación
de helicópteros- y las dos constructoras
más fuertes, Astaldi e
Impregilo. Fiat también está presente
en Libia. En el gigante bancario
italiano Unicredit, Libia tiene el 7,5%
de acciones siendo el principal accionista.
El tratado de amistad firmado
entre Berlusconi y Gadafi en
2008 es la cooperación entre los
dos estados en la lucha contra la
inmigración ilegal con la intensificación
de controles en las costas
libias, mientras que el estado italiano
se compromete a pagar 5.000
millones de euros en 20 años por el
pasado colonial.

Amerada Hess, Canadian Occidental,
la Chevron-Texaco, la
CNPC, Indian Oil Corp, Liwa (EUA),
Nimr Petróleo (Arabia Saudí), OMV,
Occidental, ONGC, Petrobras (Brasil),
PetroCanada, Óleo del Mar Rojo
Corp (Canadá), Repsol, Shell,
Verenex, Total, la Wintershall (Alemania),
la Woodside (Australia) son
compañías petroleras que trabajan
en Libia. Podríamos seguir escribiendo
sin parar de las relaciones
económicas de Libia con Francia,
España etc. Con Inglaterra firma el
acuerdo del desierto en 2004 que
preveía miles de millones en contratos
de explotación de petróleo,
y en agosto en una subasta ofrece
15 áreas de explotación con la participación
de 56 empresas y el registro
de 104 propuestas.

Libia vende petróleo y el
imperialismo armas: ¿así
preparaba el imperialismo la
conspiración contra Gadafi?

En el primer puesto del ranking
está otra vez Italia que vendió a Libia
205 millones de euros en armamento,
la mayor parte en aviones y helicópteros,
Francia 143 millones, Alemania
57 millones, Reino Unido 53
millones, Portugal 21 millones, Malta
80 millones, España 10 millones
con sus bombas racimo… EEUU
destinó 300.000 dólares en 2010 al
entrenamiento de efectivos libios en
el marco del programa «Capacitación
y Educación Militar Internacional
». Estaban previstos 350.000
dólares para este año. Ese fue el
negocio de los países agresores.
Entre los no agresores, Rusia le vendió
armamento militar por valor de
4.500 millones de dólares
El hijo de Gadafi, Saif el Islam, es
el principal artífice de la política
neoliberal de Libia. En un informe del
propio gobierno libio en 2010, dice
que privatizó 110 empresas públicas
en los últimos diez años y promete
privatizar el 100% de la economía
libia.

El 15 de febrero de 2011, una semana
antes de que estallase la lucha
contra el régimen de Gadafi, el
FMI felicitaba a Libia por su ambiciosa
agenda de reformas y le alentó
a seguir por este camino. Y es
que Tony Blair, Condoleezza Rice,
Berlusconi, Sarkozy, Juan Carlos I,
Aznar, Zapatero y el imperialismo
tenían muy claro hasta el 17 de febrero
que el régimen libio no era una
amenaza para los intereses de la
burguesía mundial. La amenaza venia
por la revolución
tunecina y egipcia
que habían tirado a
los socios de occidente
Ben Ali y Hosni
Mubarak, a pesar del
apoyo de los gobiernos
occidentales y de
Gadafi. Así pues, la
intervención no fue
por el antiimperialismo
de Gadafi,
sino porque el orden
imperialista en el
Magreb se cae.

Pepe Díaz Sánchez
de la Blanca


Portugal: El Bloco de Esquerda y la invasión de Libia

El 14 de marzo, los dirigentes y
diputados europeos del BE, Miguel
Portas (MP) y Marisa Matías (MM),
firmaron un artículo en el sitio
‘esquerda.net’ titulado «Respuesta a
la infame campaña», donde en seis
puntos los dos eurodiputados se
proponen desmentir a Renato
Teixeira, del blog 5 Días y la revista
Rubra, que los acusaba de haber
ayudado a abrir las puertas a la
agresión militar de Libia por la
OTAN. Debido a que sobre los libios
llueven bombas y no palabras, el
debate debe ser clarificado.

El límite del antiimperialismo del
Bloco de Esquerda es el Consejo
de Seguridad de la ONU.

«¿Por qué la mayoría de los diputados
del Die Linke, los otros diputados del grupo
europeo en nombre del cual Miguel
Puertas participó en la redacción del texto,
votaron contra la totalidad de la moción
redactada por él?»

Miguel Portas, del Bloco de Esquerda,
fue el representante del grupo de Izquierda
Unitaria (GUE / NGL) «en las negociaciones
para una solución de compromiso
en Libia...» La preocupación de este grupo
estaba relacionada con el hecho de
que «la mayoría de los grupos –los conservadores,
la derecha tradicional, liberales
y verdes- querían que la resolución
defendiese explícitamente la creación de
una zona de exclusión aérea, independientemente
de un mandato del Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas y
de la especificación de los contornos de
esa punitiva decisión». Miguel Portas y
Marisa Matías afirman que «el Grupo GUE / NGL era el único grupo parlamentario
con una posición contraria a la creación
de una zona de exclusión aérea» y, dado
que los socialistas estaban divididos, lo
mejor era negociar: «el área de exclusión
fue presentada como ‘posibilidad’ y no
como ‘exigencia’ y sujeta a un objetivo
estricto –‘impedir al régimen atacar a la
población civil’». Fruto de la negociación,
le tocó entre otros al propio Miguel Portas
la redacción de la Sección 10 (el punto
que implicaba directamente el bombardeo
de Libia), quien lo redactó, aunque
votó en contra, dejando a otro miembro
del Bloco de Esquerda, Rui Tavares,
el voto a favor.

Portas y Marisa Matías todavía utilizan a
la Liga Árabe como argumento para la intervención
militar: «Contra esta opción estaremos
siempre. Pero hay otra variante
de ‘exclusión aérea’, reclamada por la insurrección
armada y por la Liga Árabe: que
la comunidad internacional impida, por
medios militares, cualquier intento de bombardeo
de las ciudades que se levantaron
por la Fuerza Aérea del dictador. Si la situación
se deteriora y Gadafi opta por la masacre
de la insurgencia y la población civil,
esta posibilidad no debe dejarse a un lado.»
Por último dejan claro que «el Bloco nunca
ha tenido una posición de principios en
contra de una intervención militar bajo el
mandato de la ONU.»

Así nos enteramos de:

* Que MP negocia en el Parlamento un
texto que prevé la invasión de Libia, y ayuda
a crear la fórmula jurídica para la guerra,
para, al final, simplemente porque no
vota, decir que no tiene nada que ver con
el monstruo que ayudó a crear.

* Que el Bloco de Esquerda tiene libertad
de voto en materia de guerra, como
dijo públicamente un ex miembro del
Bloco, João Delgado.

* Que el Bloco de Esquerda no tiene
nada contra las intervenciones militares,
una vez que han sido aprobadas por los
señores de la guerra, o sea, por el Consejo
de Seguridad de la ONU. El límite del
anti imperialismo del BE acaba en las puertas
de la ONU.

* Que la Liga Árabe, de la que forman parte
todas las dictaduras del mundo árabe, de
Arabia Saudita a Argelia, de Marruecos a
Bahrein, es para el Bloco de Esquerda una
organización a tener en cuenta a la hora de
decidir la invasión de Libia.

Nos queda por saber:

* Si el BE está contra la intervención de la
OTAN, porque estuvo en la manifestación
contra la intervención el día 23 de Marzo
frente a la Embajada de los EUA, pero no
estuvo presente ni un dirigente del BE.

* Porqué la mayoría de los diputados de
Die Linke, diputados del grupo europeo en
nombre del cual Miguel Puertas participó en
la redacción del texto, votaron en contra de
la totalidad de la moción redactada por él.

Revista Rubra

Abril 2011.Portugal


No a la intervención... ¡pero Libia no es Irak!

La Plataforma Contra la Guerra
Imperialista de Madrid convocaba
una manifestación el 9 de
abril «Contra la agresión imperialista». Ni una palabra de Gadafi,
ni una palabra de revolución en
Libia, ni de rebeldes. O como
también explica Nines Maestro,
es como si se tratara de un nuevo
Irak en la segunda guerra del
Golfo, para tomar directamente
el petróleo -»No más sangre por
petróleo»-. Así dice en sus conclusiones
«1º Independientemente
de quién sea Gadafi y con todo
el respeto para el derecho de autodeterminación
del pueblo libio,
el objetivo del ataque internacional
es controlar los recursos energéticos
de Libia poniendo a gobernantes
que lo garanticen.» (Utilizar
la experiencia de Iraq para
reconstruir un potente movimiento
popular contra la guerra». 22/3/11.
web Corriente Roja). Entonces, no
habría dudas, nos ponemos claramente
del lado del país agredido,
como en el caso de Irak, pese al
carácter dictatorial de Saddam
Hussein y luchamos por la derrota
de la intervención. En todo caso
denunciamos a Saddam Hussein
porque un pueblo atado de pies y
manos por una dictadura no puede
defenderse
de la agresión
imperialista.
El imperialismo
era amigo
de Gadafi como
reivindicaba
él mismo, o
como proclama
abiertamente
Aznar. También
S a d d a m
Hussein era un
hombre del imperialismo
que
había provocado,
a su servicio,
una mortífera
guerra de ocho años con Irán y más
de un millón de muertes. Hasta
aquí no habría necesidad de una
política diferente.
Pero la situación no es la misma.
Libia no es Irak porque justamente
la intervención imperialista
no se hace por petróleo, sino
para bloquear el proceso revolucionario
en Libia, que Gadafi no
es capaz de derrotar. Por eso la
declaración de Madrid impulsada
por el PCE tiene necesidad de
«olvidar» la revuelta interna, y evitar
una sola crítica al dictador libio.
Por eso la lógica de la declaración
vuelve a la posición de
Chávez, a la mano negra tras los
procesos revolucionarios, al apoyo
a Gadafi, un genocida que
quiere ahogar a los libios en sangre,
y entrar «como Franco en
Madrid» en las calles de Benghasi,
que destruye desde hace más
de un mes Misrata con el visto
bueno del imperialismo…
Efectivamente estamos contra
la intervención, porque ninguna
revolución puede progresar bajo
la intervención del gran enemigo
de los pueblos. Por esto el orden
de las consignas en defensa de
la revolución es muy determinante:
¡Junto a la revolución, Fuera
Gadafi, No a la intervención!

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