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Enfrentar al fascismo

Josep Lluis del Alcazar, 30 de mayo de 2011




La recomposición de la extrema derecha se extiende por toda Europa. En las recientes elecciones de
Finlandia su ascenso fue espectacular. Las condiciones crecientes de paro y precariedad, junto a la falta
de una política de izquierdas contra el capitalismo que enfrente la crisis, deja todo a merced del discurso
fácil de la extrema derecha que busca el culpable entre nosotros, particularmente en el y la inmigrante,
con discursos populistas y «argumentos» como «que es quien nos quita el trabajo» o las pocas prestaciones
sociales.

Lo primero a señalar es que tras
la recomposición de los grupos fascistas
y racistas está directamente
el gran capital. Éste prepara una
carta: a medio plazo, por si llega el
momento de utilizarla -como hizo
en Alemania en los años 30 tras una
crisis con grandes similitudes con la
actual-, y hoy porque es la forma
de dividir la clase obrera y evitar que
esta se una para enfrentar a la gran
burguesía y al capitalismo, verdaderos
responsable de la crisis. Este
apoyo financiero del gran capital
explica enormes sumas de dinero
gastadas por ejemplo por Plataforma
por Catalunya (PxC) ya en las
pasadas elecciones autonómicas y
en estas municipales.

La peculiaridad del fascismo
español

En la mayor parte de estados europeos
de la UE, la burguesía conformó
tras la II Guerra Mundial un
partido en la línea de la democracia
cristiana, para el sistema parlamentario
más o menos democrático burgués.
Una parte de esos partidos han
dado lugar a otros de corte más directamente
bonapartista, acordes
con el aumento de la tensión de la
lucha de clases, y han dado un paso
más en el Estado policial, como
Berlusconi o Sarkozy.

En el estado español la realidad es
que no se dio la ruptura con el
franquismo, un régimen que hundía
sus raíces en el levantamiento fascista
del 18 de julio del 36. Este hecho
no es secundario, y ha dado lugar
a un régimen monárquico híbrido,
que mantiene gran parte del
aparato de estado del viejo régimen
dictatorial con las fuerzas vivas de la
reacción, pero que debió ceder un
espacio político a las libertades arrancadas
en la calle por el movimiento
obrero y popular. Esta contradicción
debería saltar continuamente, pero
los dos grandes partidos que reciben
el voto obrero –el PSOE y el PCE
ahora IU- sellaron un pacto con la
monarquía y su estado, al que han
sido fieles, traicionando las aspiraciones
de los trabajadores y de libertad
de los pueblos.

Esta falta de ruptura democrática
hace que una parte de ese
franquismo esté vivo en el partido
de la derecha española, el PP, que
tiene una continuidad con el viejo
régimen, desde su presidente honorífico
Manuel Fraga, que fue ministro
- entre otros ministerios, del de
interior- con la dictadura. El fascismo,
que en otros estados se recompone
por fuera de los partidos de la
burguesía tradicional, en el estado
español existe y vive en el ala derecha
del PP que, como se vio en El
Ejido hace unos años, nada tiene
que envidiar a los Le Pen o Anglada.

Independencia de clase

También en la lucha contra el fascismo
es necesario trabajar con una
política de independencia de clase.
Es falsa la barrera que pretende
separar los partidos de la burguesía
democrática y los de extrema
derecha. Este debate llegó a una
expresión reciente cuando Le Pen
alcanzó el segundo turno en Francia
en las presidenciales. Entonces
la mayor parte de la izquierda llamó
al voto por Chirac como el mal menor
y como una forma de «parar el
avance» de la extrema derecha.

Nada más falso, llamar a los trabajadores/
as a votar por el partido de
la gran patronal francesa es entregarlos
atados de pies y manos al
enemigo de clase. Chirac y Le Pen
no son dos oponentes irreductibles,
al contrario se complementan y es
el primero quien en lugar de frenar
al segundo le prepara el camino.
Este debate fue también intenso
en los años treinta y llevó a las
formulaciones de los frentes populares
para frenar el fascismo, una
alianza de partidos y sindicatos
obreros con partidos de la burguesía.
Estos partido burgueses no dudaron
en liquidar o incluso pasarse
de bando cuando el movimiento
obrero empezó a cuestionar el réfrente contra el fascismo no hay lugar
para los partidos de la burguesía,
sea el PP o CiU en Catalunya.

Ninguna acción sin
respuesta. Enfrentar al
Gobierno

En el caso de Catalunya, la extrema
derecha tiene varias expresiones
con las diversas Falanges, pero
es con Plataforma por Catalunya
que ha dado un salto hacia delante.
En las autonómicas estuvo a punto
de sacar diputados al Parlament de
Catalunya acercándose al 5% y en
las municipales pasa de 17 a 67
concejales, entrando en el cinturón
rojo de Barcelona o en Salt (Girona).
Pero mucho más peligroso ha sido
el avance del PP en Badalona, tercera
ciudad de Catalunya, con
García Albiol, que mantiene un discurso
calcado a PxC, y que, desde
la posición que le permite un fuerte
partido, ha ganado las elecciones
con el 33’42% de los votos emitidos
en la ciudad. La subida del PP y
un discurso cada vez más duro y
xenófobo ha sido generalizado.

En Catalunya se constituyó hace
meses la Plataforma contra el fascismo,
que ha ido desarrollando actividades
de denuncia de PxC, y concentraciones
de boicot de sus actos. Estas actividades son necesarias,
así como dar respuesta a todas
y cada una de las acciones que esos
grupos hacen contra trabajadores/es
sean inmigrantes o no. El reciente caso de Vilanova refleja probablemente
un aumento de los actos fascistas
que se ven con fuerza.

Pero el responder las provocaciones
y agresiones fascistas no deben
hacernos perder de vista que
enfrentar al fascismo no es sólo
hacerlo a los grupos que se consideran
como tales, sino al entramado
de intereses y complicidades
que tienen detrás. Así pues es difícil
enfrentar los grupos de extrema
derecha sin: 1) dar respuesta a las
causas sobre las que basan su discurso:
paro, precariedad, falta de
ayudas… señalando a los verdaderos
responsables de la crisis: la gran
patronal y los Gobiernos; 2) enfrentando
las leyes y medidas que les
allanan el camino y preparan su
auge. Estos son los Gobierno de
turno con sus políticas de extranjería
que identifican al inmigrante
como delincuente en potencia, o
sus recortes de servicios públicos
porque el reparto de la miseria hace
que se produzcan enfrentamiento
y se generen tensiones por la supervivencia,...
3) y, efectivamente,
sin que ninguna de sus agresiones
quede sin respuesta de masas. En
ese sentido es imprescindible establecer
acuerdos de respuesta coordinada
e inmediata entre las organizaciones
obreras y populares,
así como establecer mecanismos
de autodefensa de las actividades
o ante posibles agresiones a militantes
de la izquierda.

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