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Ante el manifiesto «Salir del euro» y el Frente Cívico

Para salir de la crisis: ¿ruptura con el capitalismo o regreso a la soberanía nacional?

Josep Lluis del Alcazar, 2 de julio de 2013




Anguita, Montes, Vestringe
presentan un manifiesto que
llama a la salida del euro.
A primera vista, el llamamiento
a romper con el euro aparece
como una ruptura con lo más
sagrado que preserva la unión
europea, en nombre de su
defensa se levantan las políticas
más agresivas contra la
clase obrera. Obviamente
estamos por una ruptura con el
euro. Pero el manifiesto va más
allá.

Ruptura con el euro o con la
Unión Europea.

El hilo del que tira el manifiesto es
que el euro se hizo sin las condiciones
que lo permitían, escriben:
«no había condiciones para implantar
una moneda única entre
países tan desiguales económicamente
sin ir acompañada de una
fiscalidad común. Su creación implicaba,
por otra parte, un marco
propicio para implantar políticas regresivas
y antisociales de todo tipo
según la doctrina neoliberal, que ha
tenido en la construcción de la Europa
de Maastricht su máxima expresión.
Como se calibró en su momento,
el Estado del bienestar no
es compatible con la Europa de
Maastricht.

«Con la incorporación al euro,
nuestro país perdió un instrumento
esencial para competir y mantener
un equilibrio razonable de los intercambios
económicos con el exterior,
como era el control y manejo
del tipo de cambio con respecto al
resto de las monedas. Por otra parte,
hubo una cesión de la soberanía
al BCE en cuanto a la creación de
liquidez y aplicación de la política
monetaria, una institución dominada
desde los orígenes por los intereses
del capitalismo alemán.»

El problema no lo vemos en términos
de política monetaria. Lo que
hizo esta cesión de soberanía fue
agrandar y encorsetar un problema
mucho más grave, que fue la entrada
en el Mercado Común.
Por ello no se trata de la ruptura
de la Europa de Maastricht, entendida
esta como el paso que dio lugar
al euro, sino de poner en cuestión
la construcción misma del Mercado
Común/Unión Europea como
instrumento imperialista para hacer
retroceder las condiciones de los trabajadores
en el viejo continente.

Maastricht, y el euro, son uno más
de sus planes. Hay una Unión Europea
sin euro, como Gran Bretaña,
y no por ello exenta de agresiones
durísimas contra la clase obrera.
El problema es el capitalismo y
el instrumento con el que se han
dotado las burguesías en Europa,
la Unión Europea.

Soberanía nacional y
democracia o ruptura con el
capitalismo

Allá donde el manifiesto dice
«que nuestro país no puede salir
de la crisis en el marco del euro.
Sin moneda propia y sin autonomía
monetaria es imposible hacer frente
al drama social y económico, tanto
más cuanto que la política fiscal
también ha quedado anulada con
el Pacto de Estabilidad,
alevosamente constitucionalizado.

«Es precisa una moneda propia
para competir y una política monetaria
soberana para suministrar liquidez
al sistema y estimular una demanda
razonable. Y esto como primera
condición ineludible, pero en
modo alguno suficiente, para poder
desarrollar una política avanzada de
control público de los sectores estratégicos
de la economía, entre
ellos la nacionalización de la banca,
de reconstrucción del tejido industrial
y agrícola, de defensa y
potenciación de los servicios públicos
fundamentales con un poderoso
y progresivo sistema fiscal, de
amortiguación de las desigualdades
y distribución de la riqueza, del reparto
del trabajo para combatir el
paro, de derogar las
contrarreformas laborales y de las
pensiones, de respeto en serio al
medio ambiente, etc., y de abordar
un proceso constituyente que
permita recuperar y profundizar la
democracia. Por todo ello hay que
despreocuparse transitoriamente del
déficit público, olvidarse de hacer
propuestas imposibles al BCE y dejar
de añorar a la Reserva Federal
o el Banco de Inglaterra cuando se
puede disponer del Banco de España
como institución equivalente."

Volver a la competitividad, estimular
la demanda... son referencias
que escuchamos siempre referidas
a las necesidades de la empresa capitalista.
Un control público de los
sectores estratégicos de la economía,
¿hablamos de nacionalizar bajo
control obrero? O de establecer una legislación de control al estilo nórdico.
¿Por qué esa indefinición? ¿En
el marco capitalista o no? ¿Sistema
fiscal progresivo? ¿Reparto del
trabajo? ¿Con disminución proporcional
de sueldo o no? ¿Un nuevo
New Deal como pide la CES?
Por si no quedaba claro que ni
siquiera está en cuestión el marco
de la Unión Europea, el manifiesto
explica:

«No se nos escapan los problemas
y complejidades de los pasos
que proponemos, entre otros limitar
la libre circulación de capitales.
«Recuperar la soberanía económica
perdida, hacer efectiva la soberanía
popular, requiere desprenderse
de los dogales que nos paralizan,
encarar la cruda realidad y
dotarse de los medios para trazar
un proyecto de supervivencia que,
con todas sus dificultades, puede
representar también una gran oportunidad
para crear una sociedad
soberana, próspera, justa, solidaria,
democrática, ecológicamente
responsable y libre.»

Hacer efectiva la soberanía popular,
sociedad soberana, próspera,
justa... ¿sin clases?

Volvemos con la Deuda
legítima y la ilegítima

El montante de la deuda externa
es impagable. Su mayor parte es
deuda del sector privado, y corresponde
a sus agentes resolver los
problemas que se presenten, incluido
el sector financiero, muy comprometido.
Por ello rechazamos
toda operación de «rescate» de
nuestro país y por la misma razón
consideramos como deuda completamente
ilegitima la contraída por
el Estado para proporcionar fondos
de salvamento a las entidades
crediticias que no hayan sido nacionalizadas.

Con respecto a la deuda pública,
el Estado debe realizar una profunda
reestructuración de la misma
(quita, moratoria, conversión en
moneda nacional) que alivie la presión
abrumadora que soportan las
cuentas públicas. En otro caso,
puede darse como irremediable la
quiebra del Sector público.
El debate aquí vuelve a ser el mismo
que ya hicimos con otros sectores.
Una deuda se considera ilegítima
- la generada por el rescate
a la banca-, y la otra parte de la
deuda pública hay que
reestructurarla, que es, precisamente,
lo que se ha hecho.

A propósito de la experiencia
islandesa

Ha habido sectores de la izquierda
que han hecho del ejemplo Islandés
la referencia para una política
de salida de la crisis... claro,
hasta las últimas elecciones en que
volvió a ganar la derecha pura y
dura contra la que se produjo el levantamiento
popular. La mayor parte
de la izquierda intenta explicar
que no es necesario tomar medidas
directamente anticapitalistas
para salir de la crisis, que basta con
medidas de democracia radical. En
este sentido el caso islandés era la
perfecta ejemplificación.

Islandia conservaba su plena soberanía
nacional con el control de
su moneda, no sujeta a los dictados
de otros, como en el euro. Ellos
decidieron no pagar una parte de
la deuda, se nacionalizaron los bancos
corruptos, incluso abrieron el
melón constitucional en un proceso
constituyente y los ciudadanos
empezaron a redactar una nueva
carta magna, y todo el mundo vio
con asombro cómo empezaba a
crecer económicamente. Eso no
minimiza la lucha del pueblo islandés
y las experiencias que extraemos.

Con la lucha se pueden parar
las decisiones del Gobierno, se puede
dejar de pagar, aunque sea una
parte de la deuda, hay que detener
y procesar a los responsables
políticos, pero si no hay ruptura con
el capitalismo, los problemas que
han salido por la puerta vuelven a
entrar por la ventana. Este es el límite
de la experiencia. Obviamente
si esa serie de medidas que impuso
el pueblo no se hubieran producido
la caída del país en la miseria
hubiera sido brutal.

Sí, pero hay otra parte de la realidad
que no se presenta, la devaluación
de la moneda que permite
la recuperación de esa
«competitividad» que reclaman
Anguita, Montes y otros fue un terrible
golpe sobre el conjunto de los
trabajadores que vieron cómo sus
sueldos y ahorros se fundían. Islandia
vivió un periodo de éxodo de la
población, mientras los que tenían
las deudas de sus casas hoy están
más endeudados que al inicio de la
crisis. Cuando en las recientes
elecciones de abril de este año el
Partido Por la Independencia, el
mismo que gobernaba al principio
de la crisis y que fue derrocado por
la movilización, vuelve al poder, el
hechizo se deshace. La izquierda
verde y los socialdemócratas que
gestionaron lo que en realidad fue
la reconstrucción del capitalismo en
la isla, perdieron la mitad de sus votos.

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