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GRECIA

Syriza: abolir o rescatar el capitalismo?

L.C. Gómez-Pintado, "Luca", 13 de septiembre de 2013




Syriza, Coalición de la Izquierda
Radical griega que agrupa a partidos
y organizaciones que provienen
del eurocomunismo, el maoísmo,
el ecologismo y el totskismo,
levantó importantes expectativas
en amplios sectores de los trabajadores
y del activismo político,
dentro y fuera de Grecia, tras las
elecciones de mayo y junio de 2012.
La coalición fue la segunda fuerza,
con 72 escaños, y un 27% de los
votos, y rompió el bipartidismo en
el que se alternaban el PASOK y
Nueva Democracia –que ahora
comparten el gobierno-, desde el
fin de la dictadura de los coroneles
en 1974. La ruptura, además, venía
acompañada de un discurso
enfrentado a las políticas de ajuste
impuestas por la troika (Comisión
Europea, Banco Central Europeo
y Fondo Monetario Internacional).

El pasado mes de julio se celebró
el congreso en que Syriza se convertía
en partido político, dejando
el discurso inicial reducido a eso, a
un discurso.

Grecia entre el segundo y el
tercer rescate

La situación en Grecia es de emergencia
para muchos sectores de
la población. El paro oficial supera
el 27%, afectando a más de
1.300.000 trabajadores (sobre una
población de 11,5 millones), y superando
el 62% entre los jóvenes;
las previsiones oficiales hablan de
un crecimiento negativo del 4%
este año y se estima que el poder
adquisitivo está en niveles cercanos
a la mitad del de hace 5 años;
la asociación de pymes prevé
40.000 nuevos cierres de negocios
hasta final de año, alcanzando un
total de 90.000. Y la deuda griega,
de casi 304.000 millones de
euros, el 156% del PIB, sigue creciendo
por efecto de los altos intereses,
los rescates y el déficit
público aumentado por las
privatizaciones.

El país fue rescatado por segunda
vez, con 6.800 millones de
euros, a principios del verano. Las
exigencias de la Troika para el segundo
rescate fueron iniciar un proceso
de 25.000 despidos en el sector
público, acelerar la privatización
de infraestructuras como los aeropuertos,
y la reducción/liquidación
de organismos públicos, como la
cadena pública de radio y televisión
ERT. Precisamente el cierre de
ERT, con más de 2.500 despidos,
fue respondido con la ocupación y
puesta en funcionamiento por los
trabajadores, lo que levantó un gran
movimiento de apoyo y una nueva
huelga general el pasado junio. Al
mismo tiempo, los trabajadores
públicos (servicios de limpieza, policías
locales...) mantenían la huelga
contra los despidos. El
gobierno, que acababa
de ilegalizar la huelga
de enseñanza el
mes de mayo, amenazando
a maestros y
maestras con la cárcel
en caso de no acudir
al trabajo (como
había hecho antes
con los trabajadores
del metro y con los
estibadores portuarios),
entró en crisis y
el partido DIMAR (Izquierda
Democrática)
lo abandonó, dejando
a Nueva Democracia
y el PASOK, con una
ajustada mayoría en el
Parlamento de 153
votos, sobre un total de 300, muy
debilitados. En este contexto se
celebró el congreso de Syriza, convocado
con carácter urgente en
mayo.

Un congreso que consolida
el giro a la derecha

La evolución de Syriza desde su última
conferencia en Noviembre de
2012, ha sido un progresivo intento
de limar aspectos de su programa
para presentarse como alternativa
de gobierno “creíble y responsable”.
Dirigentes de Syriza han remarcado
en sus intervenciones públicas su
disposición de, una vez lleguen al
gobierno, negociar los aspectos básicos
del programa (como la anulación
de los memorándum), y aseguran
que no tomarán “decisiones
unilaterales”. El mismo Alexis
Tsipras, presidente de Syriza, ha
realizado últimamente viajes a Alemania,
para entrevistarse con el
ministro Schaüble, y a EE.UU. donde
se ha reunido con representantes
del FMI, evidentemente con fines
similares. A las crecientes críticas
contra Tsipras por tener un discurso
“radical y agresivo” hacia
dentro y otro más “realista y moderado”
hacia fuera, hay que sumar
el descontento y la desorientación
que originó la retirada del
apoyo a la huelga de los profesores
del pasado mayo, aprobada por
más del 90% en asambleas excepcionalmente
masivas, prohibida por
el gobierno, y que los sindicalistas
de Syriza fueron claves para
desconvocar.

Este giro explica que el congreso
de julio fuera convocado con menos
de dos meses, sin apenas tiempo
para que la militancia -que ha
crecido enormemente en los últimos
meses- pudiera prepararlo, y
sin afrontar temas políticos clave,
como el derrocamiento del gobierno
y la convocatoria de nuevas
elecciones, planteados por sectores
de la coalición. El objetivo era
convertir a Syriza, ya como partido,
en un aparato electoralista fuertemente
centralizado y
presidencialista, y cortar el desarrollo
de las tendencias de izquierda antes de que estas pudieran
tomar fuerza.

El tema principal del congreso fue
ese, con la adopción de unos estatutos
y un programa comunes.
Syriza continúa pronunciándose formalmente
contra los memorándums
y las privatizaciones, por la auditoría
de la deuda para diferenciar la parte
legítima de la ilegítima (anular la
ilegítima y aplicar/negociar una moratoria
al resto), a favor de la renta
básica y de ayudas a todos los
desempleados (que se financiarían
con un nuevo sistema fiscal que incluya,
por ejemplo, a la Iglesia), y
por una política de recuperación
económica con aumento del gasto
social y apoyo a la producción
ecológica y sostenible, especialmente
la agraria. El programa elude
conscientemente la nacionalización
de la banca y otros aspectos
anticapitalistas, que enuncia como
generalidades y solo parcialmente
y con ambigüedades como el ‘control
social’, que no se concreta, y
ciertas penalizaciones a actividades
financieras concretas.

Las tendencias son formalmente
reconocidas, y se vota la disolución
“con acuerdo” de los partidos y organizaciones
de la coalición en el
nuevo partido Syriza-EKM (Frente
Social Unitario). El Presidente es
elegido por el congreso y no por
los órganos de dirección, como lo
era hasta la fecha. Esto supone el
fortalecimiento de Alexis Tsipras,
que obtuvo el 74% de los votos
válidos (hubo votos nulos), aunque
en las votaciones para la nueva dirección
la Plataforma de Izquierdas
obtuvo el 28% de los votos para el
Comité Central, frente al 65% de
la lista de Tsipras.

La Plataforma de Izquierdas presentó
enmiendas sobre la no legitimidad
y el no pago de la deuda,
sobre la posible salida del euro y la
eurozona, la nacionalización de la
banca y la anulación de las
privatizaciones. También se pronunció
por un gobierno netamente
de izquierdas, sin partidos de centro
o de la burguesía soberanista.
Sin embargo, sus planteamientos
fueron rechazados, con lo que el
Congreso se cerró con un fortalecimiento
del plan de Tsipras de
“centralización” como partido y
preparación del aparato para presentarse
como la “alternativa responsable
de gobierno”.

Contó también con el apoyo internacional
del Front de Gauche
francés, o de IU e ICV del Estado
español, fuerzas que intentan proyectar
el éxito electoral de Syriza
en Grecia a sus propios países y
coaliciones, compartiendo aspectos
programáticos esenciales,
como la auditoría de la deuda ilegítima,
y la misma claudicación en
temas clave como el euro y la UE,
o la nacionalización de la banca.

Ante el tercer rescate

El semanario alemán Der Spiegel
citaba en agosto un documento del
Bundesbank, según el cual será
necesario un tercer rescate a Grecia,
como muy tarde a principios
del 2014, contradiciendo el discurso
oficial de la UE. El actual gobierno
ha dejado claro a la troika
que está dispuesto a continuar aplicando
las medidas contra los trabajadores
y el pueblo griegos que
acompañan a los rescates, por
duras que sean; pero la estabilidad
política puede ser difícil de man
tener en el próximo periodo ante
nuevas huelgas y movilizaciones en
respuesta a los nuevos ataques.

Tras la crisis del verano, y con la
debilidad del gobierno, es posible
que Syriza se encuentre ante la
posibilidad de formar gobierno antes
de lo esperado. Sin embargo,
ese gobierno, sea en coalición o sea
de Syriza en solitario, aplicará un
programa rebajado que evitará los
temas clave. No hay solución para
los trabajadores y trabajadoras que
sufren las políticas de ajuste si no
es con la aplicación de un programa
decididamente anticapitalista
que afronte la anulación de los
memorándum y privatizaciones, el
no pago de la deuda y la ruptura
con la UE, la nacionalización de la
banca y el control de la actividad
económica para orientarla a resolver
los problemas de los trabajadores
y trabajadoras y de los sectores
empobrecidos. Syriza no va a
hacerlo, y las expectativas que creó
la quiebra del bipartidismo, en Grecia
y en Europa, se verán otra vez
defraudadas. Es necesaria la unidad
de las fuerzas revolucionarias
para construir, desde ya, la alternativa
política a Syriza.

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