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Se reactivan las luchas

¿Algo empieza a cambiar?

Josep Lluis del Alcazar, 17 de marzo de 2008




Hemos pasado años y años en los que el
grado de desmovilización era la constante:
conflictos muy aislados –aunque con
fuertes luchas-, siempre con carácter
defensivo y que normalmente acababan en
derrotas. La lucha obrera apenas podía
minimizar un poco las consecuencias
devastadoras de los planes patronales,
pero no pararlos, y las burocracias sindicales
imponían el aislamiento y la paralización.
Algunos síntomas hacen pensar que
quizás empezamos a salir de este largo
túnel, y que esta situación de
desmovilización puede dar paso a una
reactivación de la lucha obrera.

La dinámica desmovilizadora era
consecuencia de la política combinada
de: 1) gobiernos de todo color
entregados en cuerpo y alma a dar
a las patronales beneficios récords
a expensas de los trabajadores; 2)
con políticas neoliberales y “liberalizadoras”
destructoras de las conquistas
obreras, desregulaciones
del mercado de trabajo con las sucesivas
reformas laborales, es decir,
con un grave retroceso en las
condiciones laborales y, más grave
todavía, con una profunda división de
los trabajadores y trabajadoras en mil
y una situaciones diferentes y compitiendo
a menudo por los puestos de
trabajo; 3) Pero nada de esto hubiera
sido posible sin la colaboración ilimitada
de la política paralizadora de la
acción obrera de las direcciones sindicales
de CCOO y UGT.

La combinación de estos factores
ha tenido efectos terribles sobre
las condiciones de vida y la conciencia
de clase. En este marco,
cada plan patronal de recorte de
condiciones laborales o de cierre
caía sobre los trabajadores afectados
como un golpe imposible de
parar y toda la lucha obrera a menudo
ya empezaba buscando sólo
minimizar los efectos, por ejemplo
con el cobro de indemnizaciones,
pero sin cuestionar la pérdida de
puestos de trabajo.

Se reactiva la lucha en
Catalunya

En pocos días, la lucha por la reintegración
de los 66 despedidos pendientes de reingreso, que incluía una
huelga de hambre de tres compañeros,
consiguió de la patronal de
SEAT el compromiso de reintegración,
la enseñanza de Catalunya
hacía una huelga prácticamente
total contra los planes de
privatización de que impulsa el Gobierno
tripartit, con la segunda manifestación
más grande que nunca
haya hecho la enseñanza pública;
los trabajadores becarios y el personal
docente e investigador de la
UAB hacían huelga el día 5 de marzo,
la misma semana que los estudiantes
salían a la lucha contra la
privatización de la Universidad que
comporta el Plan de Bolonia. Y muy
particularmente hay que destacar
la lucha de los conductores y conductoras
de autobuses de la TMB
de Barcelona -una de las pocas luchas
ofensivas, que no tienen por
objetivo defenderse ante el embate
patronal, sino mejorar las condiciones
laborales: conseguir una reducción
de jornada que permita los dos
días de descanso continuado sin
pérdida de salario.

La diferencia entre la lucha de
autobuses y la de la enseñanza por
ejemplo, ha sido que los primeros
han conseguido deshacerse del freno
que suponen las direcciones sindicales
burocráticas sin perder unidad
ni fuerza, mientras que esta situación
no se ha dado en la lucha
de la enseñanza, que se ha mantenido
bajo el control de un comité
de huelga en manos de las direcciones
sindicales y que, en nombre
de mantener la unidad, ha permitido
que su mayoría haya ido dilatando
la continuidad de la lucha.

La lucha de TMB

Pero empezar a romper la dinámica
de desmovilización no sólo
depende de la voluntad de los trabajadores,
porque no estamos hablando
de que los conductores de
autobuses sean más o menos
combativos que otros trabajadores
y trabajadoras, sino que hace falta
que al frente de la lucha lleguen otras
direcciones que las tradicionales y
burocratizadas, hace falta además
que los métodos de lucha ya no
sean el dictado de los dirigentes sino
que volvemos a la tradición de la
democracia obrera, donde todos y
todas hacen de verdad suya la lucha
y pueden decidir libremente,
cuándo y cómo se lucha, quién
negocia, y que todo sea sometido
al acuerdo de las asambleas. Este
es el principal valor que encontramos
en la lucha de la TMB, este es
el camino que, más allá del triunfo
de que las justas demandas de los
trabajadores se consigan, es ya un
triunfo en sí mismo. Pero hay más
que la recuperación de la democracia
obrera como forma de decidir,
hay también la voluntad de sacar la
lucha a la calle y no cerrarla en las
cuatro paredes de la empresa, de
convertirla en un problema social,
como han hecho con un diario de
huelga con 60.000 ejemplares y haciendo
movilizaciones todos los días
de huelga por el centro de la ciudad.

Hay también la voluntad de unir las
luchas, como hicieron solidarizándose
con los estudiantes encerrados
en la UB que habían sido desalojados
por los Mossos de Saura.

Por eso esta huelga es un ejemplo
que a buen seguro miran miles
y miles de trabajadores y trabajadoras
no sólo con simpatía, sino que
los lleva a preguntarse ¿por qué
nosotros no podemos hacer lo mismo
y tomar las decisiones en nuestras
manos? Ya basta de aguantar
un sindicalismo entregado y que nos
niega la palabra y la decisión. Este
es el virus que las direcciones sindicales
burocráticas temen porque
saben que si se extiende empieza
inexorablemente su fin. Este es el
virus que los dirigentes políticos de
esta izquierda institucional vendida al
capital que gestiona el Ayuntamiento
teme y querrá cortar a cualquier
precio. Y de aquí las dificultades añadidas
de la lucha de los conductores/
as, porque reabren un camino
que había sido abandonado durante
mucho tiempo. Burocracia y patronal
están unidas para hacer fracasar
esta lucha que escapa de su
control y para ellos, hoy por hoy, lo
de menos es el coste de los dos días
que piden los trabajadores/as: su
principal objetivo es reventar la dirección
que ha sido capaz de ayudar
a abrir este camino.
Por eso la lucha de los conductores
y conductoras es tan importante
y todos y todas nos jugamos tanto.
Por eso tienen todo nuestro apoyo.

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