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PP y C‘s: hacia la extrema derecha

Josep Lluis del Alcazar, 10 de octubre de 2018




La caída de Rajoy precipitó la ofensiva de Aznar y Vox a la conquista del partido. Soraya Saenz de Santamaría ganaba el primer asalto de las primarias, con el voto de la militancia, pero perdía la votación definitiva en el Congreso del PP. Toda una señal. La elección de Casado probablemente separa la dirección del partido de la militancia, pero aún más, de buena parte del electorado. ¿Pero entonces? No se trate de un giro para ganar unas elecciones sino para afrontar una dura confrontación inevitable entre el estado y el pueblo catalán, un combate que Rajoy -hasta con el 155- fue incapaz de cerrar.

Con Casado, Aznar volvía a la sede del partido, y con el giro a la derecha Casado iniciaba una carrera con Rivera para ver quién está más a la derecha y es más duro con los nacionalismos y el gobierno del PSOE. Esta evolución de la derecha hacia la extrema derecha la vemos en otros países de Europa, viene con la aparición de nuevas formaciones o la deriva de las ya existentes. Surge un gran nacionalismo excluyente y opresor, que reivindica la patria a menudo contra la inmigración o los ataques exteriores (como terrorismo), buscando conectar con un sector arrinconado socialmente por la crisis económica. Aquí lo hace inicialmente contra los movimientos de emancipación de naciones oprimidas, y está por ver si efectivamente tienen un eco electoral.

A Ciudadanos, nos habíamos referido como el neo-lerrouxismo, populismo obrerista que comenzó republicano, anticlerical y anticatalanista para terminar en el bienio negro (1933-1935) compartiendo gobierno con la derecha más reaccionaria y clerical, la CEDA de Gil Robles, y más tarde, dando apoyo a Franco. Pero Marx decía que la historia se repite dos veces, una como tragedia, la otra como farsa. Y Rivera agotó el grado de radicalismo con su foto desnudo en la primera campaña electoral.

Pero aquel partido que ponía en el centro el anticatalanismo, y que inicialmente era socialdemócrata para pescar en aguas del PSOE en el cinturón industrial catalán, rápidamente ha abandonado el discurso «ni de derechas ni de izquierdas» para instalarse abiertamente al servicio del capital. De la mano del Ibex 35 y el capital financiero, Rivera es el instrumento para evitar un giro a la izquierda de la pequeña burguesía y sectores de obreros empobrecidos por la crisis.

Casado y Rivera se parecen cada vez más, con una retórica que recuerda al fascista José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador y fundador de la Falange, de salvamento de la nación española. Por eso no es secundario que, en las manifestaciones contra la independencia de Catalunya, tenga un fuerte protagonismo la extrema derecha que en todas las manifestaciones ha protagonizado actos violentos, y ha atacado a centros populares. Ni tampoco es menor la llamada directa de Ciudadanos a organizarse en guerrillas que, con la cara tapada y cuters, van a sacar lazos y provocar el enfrentamiento.


Siempre dijimos que la construc- ción de la extrema derecha en España tenía un hecho diferencial a otros estados europeos, porque la transición hizo que el viejo régimen que tiene su origen en el golpe de estado fascista del 36, al no producirse la ruptura, continuara no sólo en el aparato del estado sino también que tomara cuerpo en los partidos que tomaban el relevo del Movimiento Nacional. Suárez era, a la muerte del dictador, el secretario general de esta organización franquista, y la UCD se construyó desde los gobernadores civiles del viejo régimen. El otro partido de la derecha en la transición, el PP (antes AP) estaba presidido por Manuel Fraga, un militante de la Falange que ocupó numerosos cargos en los gobiernos franquistas y tristemente célebre en el primer gobierno de la tran- sición, como ministro del Interior -el de «la calle es mía» -, por la brutal represión y el asesinato por la policía de 5 trabajadores en Vitoria (1976) o por los tres jóvenes muertos en Montejurra. La extrema derecha, más allá de las organizaciones muy minoritarias, ha vivido estos años como un ala dentro del PP. Por ello, son las necesidades del animal herido, del aparato de estado en crisis con una movilización que empuja al cuestionamiento global de la Monarquía, el que hace resurgir a la bestia de sus propias entrañas y dicta el camino hacia la extrema derecha de PP y C ‘s.


Josep Lluís del Alcázar

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