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Presupuestos o la cuadratura del círculo. ¿Preparando un gobierno PSOE - Podemos?

Josep Lluis del Alcazar, 6 de diciembre de 2018




Lo que hoy vemos con los presupuestos es la nueva etapa en la crisis de gobernabilidad que se ha instalado en la política española por más de dos años, que llevó a tener durante meses a un Gobierno del PP en funciones, a repetir las elecciones y, a pesar de todo ello, a que el Gobierno resultante de Rajoy cayera con una moción de censura inédita que logró aunar a todos contra el PP. Esta ingobernabilidad, que no es exclusiva del estado español, se traslada ahora a la necesidad de aprobar los presupuestos.


Iglesias anunció a bombo y platillo que con los acuerdos PSOE-Podemos se acabaron los recortes y la política de austeridad. Pero no cuenta eso en el informe de 62 páginas que remitió el Gobierno a Bruselas, en el que se afirmaba que se cumplirá «con la recomendación de esfuerzo estructural realizada por la Comisión Europea a España para 2019. Será además el mayor ajuste estructural realizado en nuestro país en los últimos 6 años». Y concreta que si en 2018 el gasto total de las Administraciones era del 41,25% del PIB, quedará en el «40,88% en 2019, al crecer el gasto por debajo del PIB.

Un presupuesto encadenado al plan de estabilidad presupuestaria y a la prioridad en el pago de la deuda es un presupuesto secuestrado por la banca, la misma que no devolverá el dinero público que se utilizó en su «rescate». La deuda sigue creciendo y alcanza un nuevo récord a fines de este año 2018 con 1.174.633 millones. Y en cada presupuesto se sigue llevando más de 30.000 millones de euros en intereses. Es imposible, sin cuestionar el pago de la deuda y las prioridades, que se cubran las más elementales necesidades de la población trabajadora. ¿Cómo es posible el entusiasmo de Podemos con las cuentas de Sánchez?

Los pequeños ajustes que hace Sánchez a los presupuestos del PP, suponen un aumento del 0,2% del déficit y esto ya ha provocado advertencias del FMI y de la UE. La Comisión Europea habla de «desbordamiento» del gasto público, un ajuste insuficiente del déficit estructural y un incumplimiento en los objetivos de reducción de deuda. Por su parte, el FMI pide medidas fiscales adicionales «fiables» con el fin de recortar el déficit público. Recomienda recortar las pensiones, critica el aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), vuelve a reclamar el abaratamiento del despido. La discusión es si, en una economía con tendencias a la desaceleración, los ingresos con los que el Gobierno cuadra los gastos son o no creíbles.

Las dos medidas estrellas con la que se ha vendido «el giro social» de las cuentas, es el aumento de las pensiones y del SMI. En primer lugar ninguna de esas dos medidas para ser aplicadas precisa la Ley de Presupuestos, pueden ser aprobadas por decreto ley. En segundo lugar, la importancia del SMI para fijar ayudas o rentas sociales quedó devaluada con la reforma boral, de la que ni PSOE ni Podemos están reclamando ya su derogación sino sólo su reforma. Nos dicen que suben las partidas de educación y sanidad, pero ni tan siquiera recuperan lo perdido el año anterior. Y no digamos ya lo que ha perdido en los últimos 9 años. Advierte a Catalunya que los presupuestos aportan 2.200 millones a su financiación, como a otras comunidades autónomas, pero esto viene dado por la aplicación de la Ley de Financiación Autonómica, no por que el PSOE y Podemos hayan decidido hacer ninguna aportación especial. Así pues, no vemos motivos para dar el apoyo a los presupuestos de Sánchez. Al contrario, hay que llamar a la movilización para recuperar el terreno perdido en salarios y pensiones, y en servicios públicos, revirtiendo privatizaciones.

Pero lo novedoso no es lo limitado que son las medidas del PSOE. Lo nuevo de estos presupuestos es el papel de Podemos. No sólo manifiestan una defensa apasionada de las cuentas, sino que Iglesias se ha convertido en el agente comercial de Sánchez para encontrar los apoyos necesarios, como si se tratara de un gobierno de coalición que, si aún no existe hoy, sería probable tras las próximas elecciones. Pero una y otra vez aparece el mismo razonamiento: entre original y copia, la gente se queda con el primero. Si tenía sentido Podemos era como una opción distinta, surgida dentro de la filosofía del 15M de rechazo a la política tradicional, a una lucha sistemática contra los poderosos... y a lo más que aspira hoy la alternativa es a formar un gobierno de coalición con el PSOE.

Con Podemos como un ala izquierda del PSOE, una nueva socialdemocracia, como Syriza en Grecia, su recorrido tiene patas cortas y tras una irrupción fulgurante y, sin acabar de llegar arriba, ya empezó su declive. Se precisa un cambio radical, la construcción de una alternativa de ruptura con el estado y con el capitalismo, porque hay millones que viven en condiciones muy duras, y ya no esperan nada de las instituciones que siempre les han dado la espalda. Y si no llegamos a construir la alternativa por la izquierda, ese espacio lo va a llenar el populismo de la extrema derecha. Así fue en los años 30 ante la gran depresión y así lo será si no damos salida a esas necesidades desde la izquierda.

Josep Lluís del Alcázar

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