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Absolución por la quema de fotos del rey

La monarquía, más débil

Sílvia Rispau i Mercader, 26 de noviembre de 2008




En la Audiencia Nacional o tienen mucha puntería o tienen a alguien maniático del calendario. Después de que los primeros imputados por la quema de fotos del rey en Girona fueran juzgados un 20N; el juicio a los 16 siguientes se señaló para el 24 de junio –muy apropiadamente, noche de hogueras; pero lo suspendieron, y esta vez ha tocado en mitad de las Ferias de Girona. Así pues, tras una mani bajo la lluvia, el 28 de octubre por la noche partíamos en dos autobuses hacia Madrid con los y las 16 compañeras que tenían que ser juzgados/as por injurias a la corona.

El guión ha sido siempre el mismo en todas las idas y venidas de Girona a la Audiencia por las fotos, pero no vale que nos acostumbremos a ello, porque que se repita lo hace más -no menos- grave. A las siete y media de la mañana, una decena de furgonas de la policía nacional nos intercepta en la M30, nos paran en una gasolinera con un despliegue de película, nos hacen bajar de los buses una a una, nos toman el DNI para alimentar las bases de datos con que nos controlan, nos cachean, nos obligan a va ciar todo lo que llevamos en las bolsas, roban las camisetas políticas que hay en el autobús y, más de una hora más tarde, nos devuelven los DNI y nos escoltan hasta Colón. Allí –excepción hecha de que nos están esperando unos cuantos compañeros/es de Yesca, Izquierda Castellana y Lucha Internacionalista- la cosa no mejora. La policía hace bajar de los autobuses a los y las 16 compañeras que van a juzgar –al resto nos tendrán encerrados más de una hora hasta que nos escolten hasta la puerta de la Audiencia- pero provocan la absurda situación de no dejarles ir hacia el Juzgado (!) porque no se quitan la camiseta en que hay escrito “yo también quemo la corona española” y les retienen al pie del bus. Finalmente la policía tiene que ceder, y la camiseta va a ser la primera controversia del día con el facha juez Honrubia; la segunda fue porque - esta vez sí, véase el LI82- tuvo que dejar que hubiera un interprete de catalán que les permitiese entender a los y las imputadas que ejercían su derecho a hablar en su lengua, pero nada le impidió burlarse de eso durante todo el juicio.

Los y las 16 compañeras reconocieron haber quemado fotos del rey –una, en realidad, del por entonces príncipe heredero con Franco, otra una fotocopia de un selloy aprovecharon a fondo el interrogatorio y la última palabra. En esa sala de vistas de la Audiencia Nacional pudimos oír explicar 16 veces que la monarquía es una institución anacrónica y antidemocrática, heredera y continuadora del franquismo y que tiene como misión apuntalar la opresión social y nacional, y que la Audiencia Nacional es un tribunal de excepción para juzgar delitos políticos y de opinión como ese. En el descanso se filtró que el fiscal iba a rebajar la p e t i c i ó n desde el delito de injurias a la monarquía a una falta de desórdenes leves. Justo antes de empezar el juicio había hecho la maniobra de intentar pactar lo mismo sin que se celebrase el juicio, pero los y las imputadas no dudaron en rechazarlo: si pretendían condenarlas, después de la larguísima campaña de un año, no sería con su consentimiento.

Honrubia regañó al fiscal y dictó una sentencia absolutoria in voce: no podía ser que si las personas juzgadas habían ratificado punto por punto sus declaraciones, el fiscal pasase a considerar que los mismos hechos que en la fase de instrucción eran constitutivos del delito de injurias a la corona, ahora, sin que nada hubiera cambiado, ya no lo fueran. Lo que había cambiado era, está claro, la estrategia del gobierno, que, si al principio había optado por la represión pura y dura –el Jueves, los dos condenados por la foto quemada durante la visita del rey a Girona- para proteger a la monarquía, había tenido que dar marcha atrás –ningún otro de los procesos por las fotos que se quemaron en distintos puntos de los Países Catalanes, han llegado ya a ser juzgados en la Audiencia.

La imagen más ilustrativa de lo que pasó es la de la salida eufórica a la calle de Génova –donde un grupo de compañeras y compañeros habían mantenido una concentración toda la mañana-, toda la prepotencia que habíamos sufrido de los antidisturbios se había esfumado, ahora se limitaban a seguirnos a distancia. No les había entrado un ataque de democracidad, es que, en ese momento, no se atrevían. Como el Estado y la monarquía: no eran ni un gramo más democráticos tras el juicio, sino que en el juicio fue evidente que eran más débiles.

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