La huelga del 19 de marzo empezó
a ser un éxito un par de semanas
antes de realizarse, cuando los
datos que empezábamos a recibir
desde los centros indicaban que la
huelga sería más fuerte que la del
14 de febrero del año pasado. Entonces
se activaron las señales de
alarma en la Consellería. En primera
instancia intentaron la contraofensiva,
con dinero sobre la mesa,
presionando con urgencia para que
unos 50 centros entrasen en el proyecto
+A+R. Pero la masividad del
rechazo a las horas se extiende y
las propias direcciones se pronuncian
contra su aplicación. Con el
rechazo de las direcciones, el aislamiento
de la Consejería es grande
y Maragall opta por “congelar” el
proyecto. Cierto es que no lo retira,
pues crea una comisión con direcciones
e inspección para modificar
algunos parámetros y volver a ponerlo
sobre la mesa. El actual pulso
sobre las horas extras es muy significativo,
pues es la primera medida
de despliegue de la LEC con
implicaciones, y puede determinar
el futuro desarrollo de la ley, en caso
de que se acabe de aprobar.

La “congelación” intenta ser un
elemento de desmovilización y confusión,
y, aunque mínima, provoca
que algunos centros revisen la votación
de huelga,
pero estas cifras resultan
ser poco significativas
en una
huelga que vuelve a
ser un clamor de
todo el profesorado
de la pública: no sólo
contra las horas extras
y la LEC, también
contra el
Conseller que gobierna
con mano de hierro
y métodos
despóticos la política educativa catalana.

La exigencia de dimisión es
el grito más repetido en la manifestación.
Están las condiciones para hacer
retroceder la LEC y para la caída del
Conseller. Hace falta, no obstante,
que no vuelva a producirse el impasse
que impusieron las direcciones sindicales
mayoritarias tras la huelga del
pasado 14 de febrero y que permitió
rehacerse a la Consellería.
La LEC entra en los trámites finales:
debate en comisión y pleno; hace
falta pues multiplicar el plan de lucha:
buscando el diálogo con las familias
que comprendan que las propuestas
de privatización de la LEC
se giran contra familias, profesores y
alumnos, que hace falta salir unidos
a las movilizaciones y que hace falta
volver a convocar nuevas jornadas
de huelga.

La LEC: Un trabajo que sólo
podía hacer “la izquierda”
Hay trabajos al servicio de la patronal
y la derecha que sólo se pueden
hacer amparados en la confusión que
crea un gobierno “de izquierdas”. Las
privatizaciones de la sanidad y de la
enseñanza están entre estas, como
en un pasado más lejano lo estuvo la
reconversión industrial de Felipe
González. Una parte importante del
profesorado esperaba que un Gobierno
de izquierdas acabaría con 23
años de gestión de CiU al servicio de
la privada y, en particular, del Secretariado
de la Escuela Cristiana. Al fin
parecía que llegaba la hora de la
escuela pública. Pero no. Primero, pacon
Marta Cid, de ERC, como consellera
de educación, se impulsa el Pacto Nacional
de la educación (PNE,) que genera mucho
desconcierto entre el profesorado, porque
CCOO y UGT lo firman, después -todo
hay que decirlo- de muchas resistencias
entre los afiliados y muchas presiones desde
las cúpulas confederales. En el Pacto
se consolida el reconocimiento de la escuela
concertada. Se toma esta como
modelo educativo para aplicar por ejemplo
la sexta hora en la primaria pública, un elemento
que desestabiliza el funcionamiento
de los centros y sobrecarga al alumnado,
sin aportar ningún elemento de calidad.

Podía haber dudas entre el profesorado
sobre la conveniencia del PNE, pero el rechazo
era total a la aplicación de la 6ª hora.
Serán después consellerías del PSC las
que preparan el siguiente paso: sacar la
LEC, con los principios acordados en el PNE.
La concertada pasa a ser la escuela de
excelencia en Catalunya, como dirá, con
esas palabras, el sr. Maragall. Por parte de
IC-EuIA, todas las enmiendas se sitúan en
la demanda del PNE, como por ejemplo la
demanda de más recursos para la concertada,
para avanzar en la gratuidad y que
no haya que cobrar a las familias la sexta
hora. La prepotencia de la Consellería se
sitúa en clave parlamentaria: con CIU de
acuerdo, ¿qué problema puede tener? Pero
el mundo no se acaba en las paredes del
Parlamento. Puede conseguir cerca del
90% de los parlamentarios a favor (y del
resto, con PP y Ciudadanos, no hay nada
que esperar) a sabiendas de que más del
90% del profesorado de la pública está en
contra. Qué contradicciones ¿no?

Con políticas “de izquierdas” como esta,
se entiende que la derecha recupere el
gobierno, como acaba de hacer el PP en
Galíza, o como puede pasar en las próximas
catalanas con CIU. Pero entonces
tenemos un pez que se muerde la cola y
no salimos de la trampa más que con la
sensación de que no hay nada que hacer,
que lo máximo que podemos elegir es entre
una derecha que ya dice que está por
la educación privada o una “izquierda
institucional” que –aunque no lo dice en los
programas electorales- acaba haciendo la
misma política.

Pero la defensa de la enseñanza pública,
como tantos otros objetivos que la izquierda
parlamentaria ha abandonado, es una
necesidad para la inmensa mayoría de la
población trabajadora. No podemos quedarnos
de brazos cruzados, no es suficiente
con la lucha cotidiana para parar las
medidas del Gobierno de turno, hace falta
construir una alternativa política de izquierdas,
verdaderamente comprometida con
los intereses de la mayoría trabajadora.