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Omar Alsoumi (Urgence Palestine , Francia)

"La resistencia palestina es la punta de lanza contra la fascistización del orden ultraliberal"

Lucha Internacionalista, 31 de marzo de 2024




Omar, palestino exiliado en Francia, es miembro de Urgence Palestine, un colectivo nacido después del 7 de octubre que agrupa a activistas, organizaciones asociativas, sindicales y políticas y movimientos movilizados por la autodeterminación del pueblo palestino, contra el colonialismo y la opresión y contra las guerras imperialistas. Los palestinos, organizados dentro de Boussole Palestine, apoyan la constitución de un frente amplio, popular y democrático, que defienda estas reivindicaciones: el alto el fuego inmediato y el fin del bloqueo en Gaza, el fin de la colonización, la ocupación y el apartheid; Boicot, desinversión, sanciones contra Israel; Apoyo a la resistencia del pueblo palestino, y el fin de la complicidad del gobierno francés con los crímenes israelíes y la represión de la solidaridad con la lucha del pueblo palestino. Omar participó con otras compañeras en el Segundo Encuentro Internacional de Solidaridad con Palestina organizado en Barcelona del 16 al 17 de marzo de 2024.

Lucha Internacionalista- ¿Qué análisis haces de la situación actual en Palestina?
Omar Alsoumi.-
El 7 de octubre, la resistencia palestina mostró su capacidad -pese a las traiciones de los regímenes árabes y la fragmentación de la sociedad palestina provocada por el colonialismo y el apartheid- de golpear los cimientos de la hegemonía israelí. Y es sobre todo nuestra responsabilidad responder hoy a esta llamada de la resistencia palestina. Todos los palestinos del mundo, y también todas las personas que aman la justicia, debemos entrar en esta batalla contra el colonialismo israelí que, con su arrogancia, también ha mostrado sus debilidades. Tenemos un sentimiento de responsabilidad muy importante frente a la dimensión genocida que la violencia colonial ha tomado contra el pueblo palestino. Está muy claro que se trata de una táctica de guerra de contrainsurgencia , de manual de guerra colonial. Los civiles palestinos no son daños colaterales, son un objetivo del ejército colonial, de un proyecto sionista que desde su fundación busca la aniquilación y destrucción del pueblo palestino. Así pues, el sentimiento que tenemos hoy como palestinos de gran responsabilidad, de urgencia y al mismo tiempo sentimos que éste es un momento histórico, uno de los grandes giros de este mundo contemporáneo donde es posible derribar al mismo tiempo la hegemonía sionista colonial en Palestina y la dominación imperialista al menos en nuestra zona del mundo. Un momento de gran responsabilidad también porque el fascismo del orden neoliberal en todo el mundo está encabezado por el régimen colonial israelí y creemos que la resistencia palestina es la punta de lanza de la resistencia contra esta fascistización del orden ultraliberal.

LI.- Casi después de seis meses de violencia genocida, el pueblo palestino aún resiste.
OA.-
Hay diferentes maneras de evaluar el éxito de una guerra, pero en el caso de una guerra colonial, por tanto una guerra asimétrica, está claro que si el más fuerte no alcanza sus objetivos es que ha perdido. Y si el más débil sigue vivo, ha ganado. La batalla no ha terminado y es evidente que Israel ya ha perdido a corto y largo plazo en muchos aspectos. Lo más importante es que ha caído la idea de que su ejército puede garantizar la seguridad de su sociedad colonial, así como que Israel podía ser el garante del orden imperialista en nuestra región del planeta. Y más allá de esto, existe una evidente deslegitimación del régimen colonial. El hecho de que sea calificado de régimen genocida, a nuestro juicio, sienta las bases para un cuestionamiento profundo y definitivo de la ilusión de un estado democrático israelí portador de los valores de la civilización y la modernidad occidentales. Esto son victorias estratégicas.

Pero, por supuesto, también está el dolor, el sufrimiento, la sensación de emergencia, preguntarnos cómo podemos curar la herida que deja una violencia tan terrible, tan total... Y es un tema muy grave para el pueblo palestino, que se ha unido en una ola de orgullo por la capacidad de la resistencia de golpear tan fuerte y aguantar tanto tiempo, y debemos seguir unidos en nuestra capacidad de curar las heridas y mantener nuestra sociedad cohesionada… mientras la violencia colonial aún es tan dura contra la población bombardeada, sitiada, hambrienta y sedienta de la Franja de Gaza.

LI.- Entre el activismo también hay un sentimiento de impotencia, porque a pesar de todos los esfuerzos, las enormes movilizaciones en todo el mundo, el genocidio no se detiene: ni siquiera podemos saciar la sed de los palestinos en Gaza.
OA.-
Nuestra experiencia colectiva como activistas contra la injusticia y la opresión nos enseña que la paciencia y la resistencia son armas imprescindibles de los más débiles contra los dominantes, que no se acaba con las injusticias pulsando un botón mágico. Sea cual sea el nivel de violencia y terror, sólo si estamos más determinadas, mejor organizadas y tenemos paciencia, podemos llegar al final a ganar. Es evidente que esta cuestión del tiempo es terrible cuando contamos los cientos de mártires y heridos todos los días. Y al mismo tiempo, nuestra única responsabilidad es hacerlo lo mejor posible.

LI.- Entonces la pregunta es: ¿lo estamos haciendo lo mejor posible hoy en el movimiento de solidaridad en Europa?
OA.
- Creo que todavía podemos mejorar en determinadas áreas importantes, como la conexión de la lucha del pueblo palestino con otros movimientos sociales, otros movimientos fundamentales de las sociedades en Europa en particular y más allá, que son las luchas de los trabajadores en primer lugar. También pienso en todos los movimientos ecologistas y campesinos, porque la lucha del pueblo palestino es sobre todo una lucha por la tierra, por el agua, por la posibilidad de mantener la soberanía sobre este recurso esencial. También debemos conectar con las luchas feministas en todo el mundo. Cuando hablamos de genocidio, hablamos de feminicidio. Es imprescindible conectar con todas las luchas también contra el racismo, hoy cuando la inmigración es un sector importante de la sociedad y cuando el fascismo islamófobo está creciendo en Europa. Todas estas son vías para seguir sacando la solidaridad con Palestina de un planteamiento sectorial y segmentado y convertirla en una lucha que nutra todo el espacio social y político.

LI.- El 7 de octubre lo cambió todo. ¿Cuáles son los nuevos retos del movimiento de solidaridad?
OA.-
Efectivamente, habrá un antes y un después con el 7 de octubre. Para el movimiento solidario creo que estamos en un momento extremadamente crucial de reformulación de los fundamentos de la solidaridad, especialmente en los países del Norte y del Oeste. Hemos vivido y sufrido dolorosamente, desde la segunda intifada, la imposición del paradigma de Oslo, de los dos Estados, del control de la Autoridad Palestina, como un marco impuesto en el que los palestinos estaban extremadamente limitados en la expresión de sus profundas aspiraciones. Y hoy, uno de los retos, creo, de la solidaridad, es precisamente alejarse de esa solidaridad a menudo paternalista que reproduce los patrones coloniales y entrar en solidaridad con la lucha del pueblo palestino, y no sólo como víctimas de un Estado gobernado por la extrema derecha sino de un Estado colonial cuya naturaleza misma, de hecho, es profundamente racista e incluso genocida. Así que aquí estamos, estamos en un cambio de paradigma, creo, para los propios palestinos, para la confrontación regional con el proyecto colonial sionista e imperialista, pero también de solidaridad en todo el mundo y en Europa en particular.

LI.- ¿Qué valoración haces del encuentro internacional de Barcelona?
OA.-
Una de las cosas muy fuertes que estamos observando en estos momentos es la renovación del movimiento solidario, con un período de emergencia extremadamente duro donde en cada ámbito, es necesario a la vez reorganizar el movimiento y hacer frente a la terrible represión acompañada de la falsa propaganda mediática que sirve al proyecto genocida israelí. Y es ahora después de varias semanas, unos meses, que vemos cómo la solidaridad a escala local, después regional, después nacional y ahora transnacional se está configurando, reorganizándose, incluso fuera de los marcos históricos y burocráticos que se han institucionalizado, que han perdido la capacidad de ser reactivos y flexibles frente a procesos imprevistos y nuevos como la situación generada desde el 7 de octubre. Y en este contexto, los encuentros internacionales son muy valiosos. Y en cuanto a mí, lo que acabo de vivir en Barcelona con el encuentro que ha organizado la red catalana de solidaridad con Palestina, realmente es un soplo de aire fresco. Esto nos permite entender mejor las complementariedades de nuestras luchas en nuestros distintos ámbitos, la relevancia y la necesidad de coordinar nuestros esfuerzos a escala transnacional y europea en particular. Una de las cosas muy fuertes que he visto este fin de semana es la vitalidad de la red catalana, con esa singularidad que considero muy inspiradora de una relación equilibrada y complementaria entre una comunidad palestina movilizada en la lucha por la liberación y contra el colonialismo, y fuerzas solidarias que trabajan de forma articulada en torno a los palestinos en lucha. Y creo que éste es realmente el modelo que debería poder desarrollarse casi en todas partes. Con esta idea de que -propongo esta hipótesis- ya no hay una sola centralidad palestina que, desde Jerusalén, Gaza, Ramala o ningún otro sitio, dicte una línea que seguirá la solidaridad. Es más bien nuestra capacidad de traducir localmente el aliento palestino de revuelta e incluso de revolución contra la opresión en los términos que estarán arraigados en realidades donde hoy los palestinos, 2, 3, 4 generaciones después de la Nakba , están integrados en el tejido social y político de los lugares en los que viven. Somos cada vez más capaces de resonar el alcance universal de la lucha del pueblo palestino y el interés, la necesidad que existe hoy de movilizarnos con Palestina como punta de lanza de la lucha antiimperialista y anticolonial. Más allá de eso, está el reto muy fuerte, creo, de construir una acción concertada y común desde nuestras realidades locales contra los enemigos comunes que tenemos y que, en Europa en particular, están encarnados por las instituciones europeas que están al servicio de una agenda destructiva para la gente, para los trabajadores, y para todos. Y el hecho de organizar la solidaridad con Palestina a escala europea, para mí, también es una forma de seguir revelando la hipocresía de éstas instituciones y conquistar nuestra soberanía ante su funcionamiento que, a todos los niveles, destruye nuestros derechos, nuestras aspiraciones de libertad y justicia. Me voy de Barcelona con mucho optimismo sobre lo que podremos construir entre todas. Y al mismo tiempo, veo el importante reto de seguir conquistando el espacio político ante la renuncia y, en ocasiones, incluso la traición de las grandes burocracias sindicales y políticas francesas y europeas. Debemos avanzar en la organización: el siguiente paso será seguir siendo esta pequeña rueda que activa un mayor engranaje del movimiento social en sentido amplio.

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