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Cataluña

Referéndums por la independencia

Josep Lluis del Alcazar, 16 de octubre de 2009




El referéndum por la independencia
de Catalunya celebrado
en Arenys de Munt el 13 de
septiembre contó con una
participación del 41% -superior
a la de las últimas elecciones
europeas (35’1%)- y un resultado
del 96% de los votos
emitidos a favor de la independencia.
La primera lectura que
hace falta hacer de los resultados
y del éxito de la convocatoria
es que toda la reacción del
Estado, del Gobierno, del PP y
del PSOE, la provocación de la
Falange que contó con la
complicidad del Tribunal Superior
de Justicia de Catalunya,
actuó como un efecto
boomerang. El referéndum
popular -como otros que se han
hecho- podía haber pasado sin
más y, a buen seguro, con
mucha menos participación,
pero la reacción histérica de los
poderes fácticos del Estado
provocó una rabia popular que
se expresó el 13 en un acto de
participación y reafirmación. No
sólo hablaron las urnas, sino
que durante todo el día el centro
d’Arenys de Munt estuvo lleno
de miles de simpatizantes
llegados de todo Catalunya que
querían apoyar el referéndum. La
manifestación de la Falange
quedó en no más de 60 o 70
fascistas cercados por un
enorme cordón de protección
policial y a la vez por centenares
o miles de militantes
independentistas.

El resultado tuvo nuevamente
trascendencia, Zapatero se pronunció
y algunos sectores del PP
próximos a Aznar y del propio ejército
recordaron que las fuerzas armadas
están para defender la unidad
de España. ¿Por qué esta reacción
desproporcionada del Gobierno
y el Estado ante la iniciativa
popular? Desde el control del
gobierno vasco de Patxi López han
comenzado una cruzada sin tregua
de prohibiciones a
diestro y siniestro y, esta
inercia juega malas pasadas
y se les puede girar
en contra.

Se multiplican las
iniciativas

La iniciativa de Arenys no
formaba parte de ninguna
campaña política de un
partido concreto sino de
una Plataforma popular
constituida en la localidad.
Es cuando el referéndum
pasa a primera plana de los
diarios cuando los partidos
van tomando posición.
Pero es después, con el
éxito del referéndum cuando
CiU, ERC y la CUP extienden
a muchos ayuntamientos
la iniciativa de impulsar
referéndums. En
este momento 71 municipios
ya lo han decidido y otros 45
deben decidirlo próximamente. Las
iniciativas presentadas en los plenos
municipales han forzado respuestas
variadas por parte del PSC
y de IC, que han votado a veces a
favor, otras en contra o abstención.
La lectura es clara, es el proceso
de radicalización que empezó por
debajo el que arrastra a CiU y ERC.

El 3 de octubre, en la localidad de
Caldes de Montbui en la reunión de
la plataforma de electores
Decidim.cat, que controlan principalmente
CiU y ERC, se decide tomar
la iniciativa de las consultas con un
texto –parecido al de Arenys- pero
con las fechas para realizar las consultas:
12 de diciembre, 28 de febrero
y 25 de abril. Esta irrupción de
las principales fuerzas políticas ha provocado
tensiones con el movimiento
de plataformas populares que
puso en marcha Arenys agrupados
en la Plataforma de Consultas por la
Independencia que ya había tomado
el acuerdo de fijar las próximas
consultas el 13 de diciembre.
Todos estos movimientos de cara
a los referéndums por parte de CiU
y ERC tienen por objetivo capitalizar
votos para las autonómicas que están
a un año vista, si no hay adelanto.

También en este sentido se
apresura Carretero en presentar su
Reagrupamiento y anunciar su participación
en las elecciones con un
perfil muy definido por el
independentismo de derechas, y por
ello no es casual que proponga a
Laporta, presidente del F.C. Barcelona
y empresario, como cabeza de
lista. Obviamente este nuevo partido
preocupa a ERC, pero también
a CiU, que puede ver que algún
sector reciba con buen disposición
a Reagrupamiento y les fuerce a
endurecer también el discurso
soberanista. Pero pese a estos intereses
y tensiones creadas, el proceso
abre una rendija real y que
puede ser importante en la lucha
por el derecho a la autodeterminación
que niega la constitución monárquica.
¿Qué está pasando en el interior
de burguesía catalana, que siempre
fue –con Pujol al frente- un pilar seguro
del régimen monárquico? Que
haya una radicalización de una parte de la burguesía en Madrid tiene
muchas similitudes con el proceso
vivido en Euskadi por un sector del
PNV encabezado por Arzallus e
Ibarretxe, convencido de que la voluntad
de la burguesía central y el
estado, por entonces detrás del PP
y el Gobierno de Aznar, era reducir
sustancialmente el poder político y
económico de la burguesía vasca
(caso BBVA, Iberdrola) y que, sin ser
independentistas, hacía falta tener
una posición muy dura y a menudo
populista. Pero este sector perdió
la dirección del PNV a manos de
otro sector que continúa defendiendo
que hace falta moderación y que
no hay otro camino que aceptar y
buscar el acuerdo con el PSOE. Un
ejemplo de este segundo sector que
hoy dirige el partido lo tenemos hoy
pactando los Presupuestos Generales
del Estado con el PSOE a cambio
de que les dejen las diputaciones.
Este debate también se dio en
el mismo periodo en la burguesía
catalana, pero ahora toma formas
políticas.

Un nuevo frente que da
oxígeno a Euskadi

La nueva situación en Catalunya
ayuda a romper el aislamiento del
pueblo vasco. Precisamente cuando
el Gobierno con el pacto PSOEPP
controla el Gobierno Vasco y se
tira a una represión más profunda,
entonces al Gobierno y al Estado
se les abre otro frente en Catalunya
que había sido controlado durante
muchos años, en primer lugar por
CiU. Y los argumentos que hoy sirven
para justificar la represión
indiscriminada en Euskadi amparado
en la «lucha contra la violencia
de ETA», no son aplicables en
Catalunya.

El movimiento por los referéndums
todavía pone más tensión
ante la sentencia del Tribunal Constitucional
sobre el Estatut y limita
más aún la capacidad de maniobra
de los partidos catalanes. La
paralización por tres años del Tribunal
no es tanto por las diferencias
internas entre el sector próximo
al PP y al PSOE, -que las hay-
, sino por el miedo a las reacciones
que se pueden provocar, en
cierto modo sea cual sea su veredicto.

Tras 3 años de deliberaciones
parece claro que recorte
tiene que haber, más grande o
más pequeño, porque decir después
de tres años que todo está
bien sería también un escándalo.
Y este recorte precipita un nuevo
enfrentamiento con la decisión del
pueblo de Catalunya y pone contra
las cuerdas el frágil gobierno
tripartit, muy probablemente precipitando
la crisis de gobierno y el
adelanto electoral. Pero la crisis
que abre se extiende al Gobierno
Zapatero que tiene que hacer
equilibrios para mantener su Gobierno
en minoría parlamentaria.

No sólo porque difícilmente facilita
recibir los votos que necesita
de los sectores nacionalistas catalanes,
sino también por qué fue
el Gobierno Zapatero quien impulsó
la ronda de reformas
estatutarias como solución por
reencontrar un acuerdo entre la
burguesía central y las periféricas
que Aznar había destrozado, y sería
este proyecto estrella el que
se hundiría si el Constitucional
cuestiona el Estatut, que a la vez
ha sido modelo por otras muchas
reformas. Dudamos que el Constitucional
pueda encontrar un punto
intermedio que no provoque crisis
política.

La clave

La clase obrera catalana
Pero la clave de Catalunya y de
que el derecho a la autodeterminación contra el Estado se pueda conseguir
reside en la clase obrera catalana. Demográfica
porque el cinturón industrial de Barcelona
reúne más de 4 millones de habitantes de los 7
totales, y además por el peso político y económico
decisivo que tiene. La conformación de
los mismos ayuntamientos –con mucho peso
del PSC y en menor medida de IC- son determinantes
para que no se hayan aprobado mociones
para hacer el referéndum; pero a la vez
la cuestión no es sólo si se hace o no el referéndum,
sino que en estos pueblos industriales
hay una separación real entre trabajadores/as
y lucha por los derechos nacionales.

Uno podría explicar que esta realidad tiene
una base sociológica por el origen de gran parte
de la clase obrera catalana. Pero ni antes
era así en Catalunya ni este mismo fenómeno
se expresa igual en Euskadi. Las manifestaciones
por las reivindicaciones nacionales del 11
de septiembre al final del franquismo las llenaban
muchos trabajadores y trabajadoras que
con mucha dificultad entendían el catalán, pero
no dudaban en defender el derecho nacional
de la tierra en la que trabajaban, lucha obrera y
lucha por los derechos de los pueblos iban de
la mano.

Tampoco el origen explica mecánicamente
la posición más próxima a la defensa del derecho
de autodeterminación. La composición y
el origen de la clase obrera vasca no es diferente
de la catalana, la mayor parte provienen
de otros lugares del estado, pero a diferencia
de Catalunya, una mayoría de obreros vascos
está hoy representada sindicalmente por dos
sindicatos que se pronuncian por el derecho a
la autodeterminación: LAB y ELA. La diferencia
entonces no es –o no es solamente- el origen,
sino el proceso político de las direcciones:
en Catalunya sobre todo el PSUC, y el PSC en
menor medida, eran la referencia de la lucha
obrera pero también por los derechos nacionales
y ellos impusieron el régimen monárquico
y con él el centralismo. La debilidad, sobre todo
del PC, en Euskadi dejó espacio al movimiento
abertzale y sobre un colectivo de trabajadores
y trabajadoras de origen no demasiado diferente
ha dado hoy un esquema diferente.

La pasividad ante la defensa de los derechos
nacionales de la nación catalana, y también
las reacciones contrarias, que también hay, no
son espontáneas, son el resultado de la transición
y la política de partidos como el PSUC y el
PSC, y de los sindicatos mayoritarios CCOO y
UGT.

Hoy es urgente superar esta separación que
avanza entre la radicalización de sectores populares.
Porque si en el proceso actual, en el
que se empiezan a radicalizar sectores populares
catalanes (Arenys), la división continúa,
las consecuencias de los enfrentamientos pueden
ser funestas tanto para la lucha obrera
como para la lucha nacional.

Nuestra posición

Desde LI consideramos
positivo el movimiento puesto
en marcha, pese a reconocemos
que una parte
está dirigido por sectores la
burguesía catalana contra la
que luchamos día a día en
muchas fábricas y empresas:
podemos pues golpear
juntos, pero andaremos separados.
En el LI 97, bajo el
título «Internacionalismo y
lucha de los pueblos», defendíamos
el porqué la necesaria
unidad de trabajadores/
as y pueblos por el derecho
a la autodeterminación.

También decíamos que
nuestro proyecto es el de
una Federación de Repúblicas
Socialistas. Es decir queremos
una República Catalana
que conserve íntegro el
derecho de autodeterminación,
pero desde esta posición
de soberanía nacional
y afirmación plena de los
derechos, queremos la más
amplia unidad entre trabajadores/
as y pueblos bajo estas
nuevas condiciones de
igualdad. Aminar hacia esta
nueva relación entre pueblos
es imposible bajo este estado
monárquico, por lo cual
nosotros, que somos
internacionalistas y no
independentistas, no dudamos
en participar de las iniciativas
con una firme campaña
por el voto por el sí a la
independencia de este estado
monárquico.

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