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Grecia

Sigue la movilización, se extiende la crisis

Muhittin Karkin, 30 de mayo de 2010




Ni el llamamiento al patriotismo,
para pagar la enorme
deuda externa, hecho por el
Primer Ministro «socialista»
Georgios Papandreu, ni la
muerte de tres trabajadores
durante la movilización del 5 de
mayo en el incendio de un
banco desaniman a la clase
trabajadora griega en su lucha
contra las severas medidas de
austeridad del Gobierno.

Decenas de miles de trabajadores
y jóvenes ocuparon de
nuevo las calles de las principales
ciudades de Grecia el 20 de
mayo, durante la quinta huelga
general en lo que va de año.
Las tres centrales mayoritarias,
ADEDY (Federación de Funcionarios,
con 375.000 afiliados, afín al
PASOK), GSEE (Confederación
General de Trabajadores Griegos, el
sindicato mayoritario en el sector
privado, con un millón de afiliados y
de tendencia socialista) y PAME (la
fracción del partido comunista KKE
dentro del GSEE), que representan
a más de la mitad de los trabajadores
griegos, decidieron convocar
juntos la huelga general. Más de 50
mil manifestantes marcharon en
Atenas en tres columnas hasta el
Parlamento. Un grupo de militantes
del GSEE ocupó el Ministerio de Trabajo
sin que hubiera choques con
la policía. También se organizaron
marchas en Salónica (10 mil manifestantes)
y en otras ciudades.

Con la huelga de los servicios de
transporte marítimo y ferrocarriles,
las oficinas de la administración y
las empresas públicas quedaron
cerradas; únicamente las urgencias
de los hospitales funcionaron. Más
del 80% de los trabajadores del sector
privado respondió positivamente
a la huelga. Hasta los bancos
cerraron sus puertas durante la jornada
de huelga.

«El FMI no se detendrá, sediento
de la sangre de los trabajadores»,
dijo Yannis Panagopoulos, presidente
del GSEE, sindicato del sector
privado. «Sus recetas son un desastre
y el gobierno debe rechazarlas.
» Ante el Parlamento los manifestantes
corearon «¡Que salgan los
ladrones!» y «¡Devolved el dinero
robado al pueblo!». «El gobierno ha
presentado un proyecto de ley que
llevará al colapso el sistema de seguridad
social y perjudicará sobre
todo a las generaciones jóvenes.
Este proyecto de ley debe ser retirado
», dijo a los manifestantes Ilias
Vrettakos, el vicepresidente de
ADEDY. Los sindicatos han advertido
que convocarán más huelgas
si el gobierno no abandona el proyecto
de ley de reforma de las pensiones
sin cambios antes de que
sea votado en el Parlamento a principios
de junio.

La crisis se contagia

Las medidas de austeridad del
gobierno griego incluyen aumentos
de impuestos, recortes de salarios
públicos y aumento de la edad de
jubilación. Los recortes del gasto
público se han previsto a cambio
de un «rescate» de 140 mil millones
de dólares de la Unión Europea
(UE) y el Fondo Monetario Internacional
(FMI). El objetivo es reducir
el déficit público de Grecia a
menos del 3% del PIB en 2014 (en
la actualidad se sitúa en el 13,6%).
(Para un análisis más profundo de
la crisis en Grecia véase «La resistencia
obrera a la crisis del capitalismo
está a prueba en Grecia», declaración
del Comité de Enlace Internacional
FO-LI, en: http://
l u c h a i n t e r n a c i o n a l i s t a . o r g /
spip.php?article746).

Por otra parte la crisis griega tiende
a expandirse. Al igual que en los
EE.UU. y otros países de Europa,
gran parte de la deuda pública de
Grecia proviene de los 28 mil millones
de euros del rescate que Atenas
votó para sus bancos. Ahora,
mientras la clase dominante griega
pretende extraer 30 mil millones de
euros en recortes anuales de los trabajadores,
los gobiernos de toda
Europa y de EE.UU. se preparan para
recortar decenas o cientos de miles
de millones de sus presupuestos.

El invierno pasado, los bancos
aumentaron la oferta de las tasas
de interés sobre la deuda griega, con
la esperanza de hacer grandes ganancias
en pagos de intereses mientras
iban dando a Papandreu una
excusa para los recortes sociales que
tenía previsto llevar a cabo. Pero este
plan fracasó. Como los trabajadores
protestaron por los recortes y las
potencias europeas se dividieron en
torno a los términos de un rescate,
las tasas de interés subieron tan alto
que los bancos arruinaron a Grecia
a todos los efectos prácticos. Aunque
Grecia se adhirió a 110 mil millones
de euros de rescate europeo y del FMI, los recortes colapsarían
su economía en un 30%. Entonces
tendría una deuda de
300 mil millones de euros, más
de la que tiene en la actualidad.

La crisis griega ha desembocado
en una crisis europea,
amenazando la economía mundial.
Los bancos están cada
vez más nerviosos con respecto
a los préstamos a Portugal,
España, Reino Unido y otros
países. Teniendo en cuenta el
papel de Grecia como prestamista,
y mercado de exportación
para Bulgaria, Rumania, y
Serbia, y como empleador de
trabajadores inmigrantes, la crisis
también amenaza con devastar
la ya empobrecida e
inestable zona de los Balcanes.

A medida que se preocupan
de que los gobiernos europeos
puedan ir a la quiebra y de que
los bancos pierdan enormes
sumas de dinero, los banqueros,
cada vez más, se niegan a
prestarse unos a otros. Esto
amenaza con provocar una
nueva contracción del crédito.
El rescate de Grecia, pagado a
los acreedores entre los bancos,
se extraerá de los trabajadores
dos veces: la primera, de los trabajadores
de los países que financian
el plan de rescate y, a
continuación, de los trabajadores
griegos, que tendrán que
pagar los préstamos que forman
el plan de rescate. En
ambos casos, el rescate se
utilizará como pretexto para
recortes masivos.

Así pues, es preciso extender
la movilización griega a nivel
europeo convirtiéndola en
una lucha conjunta de la clase
obrera y la juventud en el viejo
continente. Una lucha contra el
pago de la deuda a los banqueros
y especuladores internacionales;
para defender los salarios,
las pensiones y los servicios
públicos; para nacionalizar
la banca; para nacionalizar bajo
control obrero todas las empresas
privatizadas y los sectores
claves de la economía. Tenemos
que renovar en el movimiento
obrero la esperanza de
que podemos pararle los pies a
la dictadura del mercado capitalista
y construir una Europa de
los trabajadores.

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