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Annus horribilis para la monarquía, ¡ojalá!

Sílvia Rispau i Mercader, 17 de diciembre de 2007




Copiando al de la monarquía británica, dicen que este es su annus horribilis. Quizás tengan parte de razón, pero quizás se trate sólo del comienzo de los annus horribilis que vienen. Y su problema no se llama divorcio de la hija mayor –es una paradoja que, al contrario, ellos tan rancios acaben usando un divorcio como cortina de humo. Por eso, cuestionada la corona como nunca hasta ahora desde la restauración franquista, el Rey combina la represión dentro con el lucirse fuera -en las colonias y ex colonias.

Dentro...

Desde el último número de LI hasta hoy, la Audiencia Nacional ya ha dictado dos sentencias express –condenatorias, evidentemente- por injurias a la Corona que suman más de 10.000 euros en multas –todavía falta la tercera, la de las fotos del Rey borracho cazando osos en Rumanía. Injurias graves por quemar fotos –el Código Penal fija que son graves las que se producen a la monarquía en el ejercicio de sus funciones- y leves por la portada del Jueves –vamos a dejar al Jueves la broma fácil de cuales son las funciones del príncipe heredero.

El caso del Jueves es un escarnio sin paliativos a la libertad de expresión. ¿Por qué una portada como esa, más o menos grosera pero nada subversiva, merece un secuestro judicial y una condena penal? Es que sería inofensiva si no fuera porque el objeto de burla es la monarquía, una institución que de tan insostenible –no hay que añadir matices- y vital –para la unidad de España- como es, tiene que ser así de intocable.

El otro juicio aun fue más ilustrativo. No sólo se trata de la velocidad inusitada y de que lo hicieron coincidir con el 20N (tras el asesinato fascisto-militar de Carlos y de los precedentes del 4 de octubre, no puede entenderse de otra forma que como una provocación) y que el juez, como en el caso del Jueves, dictó sentencia inmediatamente, sino que, además, lo hizo sin ni siquiera saber qué habían declarado los imputados... pues no entendía qué decían, y por si alguien lo duda así lo hizo evidente durante todo el juicio con grandes aspavientos. Total, que ahora que la Audiencia Nacional ha decidido acabar de quitarse la careta, quizás podamos proponer ir desmontando los juzgados y que los señores magistrados dicten sentencia desde casa tras leer el periódico sin tanto ritual sobrero, al menos por lo que atañe a los Delitos contra la Corona, por el momento.

Y fuera.

Primero fue la inmersión humana en los enclaves coloniales militarmente ocupados a Marruecos de Ceuta y Melilla. Después esta versión cutre de la Commonwealth, otra vez aprendiendo de los británicos, de que se ha dotado la monarquía española que se llama Cumbre Iberoamericana. Cutre que de ninguna forma significa irrelevante sino todo lo contrario para la burguesía de este imperio de segunda, pero imperio al fin y al cabo, de España.

Chávez decidió tomar ejemplo del PSOE y ganar puntos en casa atacando lo más inofensivo para España, el ex presidente Aznar que, indiscutiblemente, trabajó mano a mano con Bush y los golpistas venezolanos en 2002. Zapatero, sin embargo, lejos de reconocerle el gesto, se descolgó defendiendo a Aznar (apelando al hecho de que es español y los españoles no se tocan, tipo superman-Sarkozy en el Chad en lo que se refiere a los franceses aunque trafiquen con niños de los países expoliados) y eso mismo hizo el Rey (sin duda debe tratarse de un caso de solidaridad entre golpistas) dando órdenes al presidente elegido –él sí- de un Estado soberano como si fuese un Kissinger cualquiera en el patio trasero de su casa.

Réditos para el Rey por su gesto de nacionalismo-testosterónico. Réditos para Chávez que se enfrenta al mismo tiempo a movilizaciones por la izquierda (obreras y estudiantiles) y al referéndum de la constitución que tiene que reforzar su “socialismo del siglo XXI” –es decir, su propio poder. Y tocar tan poco como pueda las “inversiones” de las multinacionales, las españolas en el segundo puesto del ránquing, es decir seguir permitiendo la rapiña imperialista aunque sea diciendo todo lo contrario, o intentar cambiarlo todo para que no cambie nada. Por eso cuando Chávez amenazaba a las empresas españolas con ponerles el dedo en el ojo –cosa que podría haber empezado a hacer antes, por cierto- Brufau, presidente de Repsol YPF, respondía que se trataba sólo de un “pequeño contratiempo” sin repercusiones porque "en mi sector, el petróleo, todas las empresas norteamericanas están operando en Venezuela sin ningún problema y está claro que las relaciones con Estados Unidos no son las óptimas”. Total, que Brufau, y el BBVA (Banco Provincial), el Santander (Banco de Venezuela), Movistar, Sol Meliá, Iberia, Air Europa, Mapfre, Prisa, Inditex, Elecnor y el resto de depredadoras españolas pueden seguir durmiendo tranquilas. El Rey, sin embargo, quizás últimamente ya no duerma tan bien.

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